Luego tengo que soportar que no oigo buena música:
http://www.youtube.com/watch?v=1WDqduTnj34
El prejuicio es una de las fuerzas que mueven el mundo. Cuando voy a Gijón (nueve horas de autobús), a veces ocurre que se sube quien tiene el asiento de al lado mientras yo estoy oyendo música. Puede ser que la esté oyendo bajito pero no es fácil, porque soy de los que no leen los mensajes de "L'utilisation continuelle de cet appareil à puissance maximale peut endommager l'oreille" que vienen en los discman, misteriosamente sólo en francés. Y siempre hay quien le mira a uno con cara de mala leche, con una mezcla pintoresca de desagrado y condescendencia.
Esto es un prejuicio mío, claro, pues nunca pregunto a nadie si está experimentando una mezcla de desagrado y condescendencia, pero ellos empezaron prejuzgando primero.
Entonces yo, como tengo una deformación profesional y además no me siento obligado a ser adulto las veinticuatro horas, busco el disco más duro que lleve y lo escucho un rato, que puede ser pongamos hasta que se acaba. Luego devuelvo el disco a su caja y cuando mi acompañante prejuicioso ve inminente que le voy a conceder una segunda sesión y mira de reojo qué horror que le voy a poner, yo saco con toda tranquilidad mi CD de las Variaciones Goldberg en la versión de Glenn Gould o mi CD de los Estudios de Ejecución Trascendente de Liszt, lo meto en el discman y a correr.
Pese a mi afán didáctico, nunca he sido consciente de que nadie aprendiera nada con estas humildes demostraciones. Es lo que tienen los prejuicios, que uno prefiere llamar incomprensible a lo que le pasa, antes que admitir que en el mundo real las cosas no son como él las ve.
martes, 13 de junio de 2006
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3 comentarios:
Debo admitir que los ejemplos que nos invitas a oír no están nada mal, aunque creo que no sería el tipo de música con el que me iría a la cama: prefiero otros tipos, la verdad ;-). De estas manifestaciones artísticas, como de la pintura, la escultura, etc… lo que habitualmente valoro es el virtuosismo más que el resultado en sí, y lo que este hombre hace con la guitarra verdaderamente quita el hipo.
Cuánta razón tienes en el tema de los prejuicios. Sin ir más lejos también me ha sorprendido de este vídeo el hecho de que el músico no esté agitando su cabeza y melena como si quisiera expulsar a Satanás de su interior, ni rodeado de otros individuos vestidos con “picos pardos” dando cuenta del mobiliario.
Me ha impresionado lo de las nueve horas de autobús. Y a mí me parecían insoportables las casi seis mías. Menos mal que ya no tengo que utilizar sus servicios…
Y ahora entiendo que lo que yo tomaba por instinto antropológico es en realidad un reflejo adquirido de tantas horas en compañía de todo tipo de gente.
Gracias por traer a tu blog tu afán didáctico, ya que pese a mi “adicción al vicio de Internet” hay muchas cosas que nunca hubieran alcanzado de otra forma mis retinas, y mi afán aprehensivo te aseguro no tiene límites.
Si no le da al "headbanging" es porque es un vídeo didáctico y los espectadores ya saben hacerlo :)
Pues me quedo mucho más tranquila sabiendo que al final, soy una persona sin prejuicios, aunque en este caso debería concluir tristemente que no soy una persona, ya que los prejuicios son parte inherente del ser humano. Y aprovechando la tesitura de tener que elegir en qué categoría de ser vivo me gustaría encuadrarme, y como ya hemos quedado en que no tengo prejuicios, diré que me da lo mismo, aunque sea mosquito, pero me pido varón, ¡ea!
Ummmm, las 23:58... ¡ya estamos en Haro, Genaro! Estos malditos desvaríos oníricos, grrrr...
:)
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