miércoles, 24 de octubre de 2012

Relato

Pues nada, estos días he escrito un mini-relato. En volumen, ocupa una media página.

Helo aquí.

Si alguien lo mira, puede comentar si le sale una ventana pop-up ofreciéndole almacenamiento gratis si se hace una cuenta en Box.

jueves, 11 de octubre de 2012

El mapa del tiempo

En Strange Horizons han publicado una reseña de El mapa del tiempo, de Félix J. Palma. El crítico destaca especialmente el sexismo de la obra, cuya lectura califica de repulsiva.

He dejado un comentario y, como me ha quedado muy largo, pues aquí lo copio también.



I didn't like The Map of Time, but the review looks somewhat disingenuous at some delicate points.

There may be a serious misunderstanding of what Palma's game is in the second third of the novel. It seems to me (although I make no claim to not being equally disingenuous) that he's after exposing the vulnerability of girls as a consequence of "girls are princesses" education (or brainwashing) since early childhood.

In a mainstream novel, the man would lie to take the girl to bed. The reader would have preconceived ideas about that, and that would be all.

Palma finds a fictional device which magnifies and clarifies the situation, in that the lie is gigantically unplausible ("Hey I'm a time traveller and, guess what, in the future we are together already"), much more than it'd be in real life, and the platonic image the girl makes is taken to a grotesque extreme too (she takes him to be not just a prince but "the saviour of mankind"). He is her prince and she knows they're destined to be together; thanks to Palma's device, she believes the destiny thing to be literally true.

I think this device is very intelligent. Why does she fall prey to him? Because her mind has been imprinted with the notion that an event fitting that pattern will happen to her because she "is" a princess. Is that thinking reasonable? No, because the lie is blatant, the whole situation is most unlikely, yet she is so clueless about her believing in a false ideology that she goes to him like a lamb. Is educating little girls in such beliefs responsible at all? I think Palma's answer is quite clear from the text.

You can be sure that the "I'm a princess" complex is a plague in Spain and surely in many other countries.

I don't find, honestly, serious marks of complacency with sex under deception in the text. She is claimed to be "getting what she deserved"; this underlines that she was fooled by a scheme she was more than clever enough to see through. That brings to the table the question why she couldn't see through it and asks the reader to make an analysis and isolate the cause. Further, recall that the text is written by Palma with a varying degree of ironic detachment from the narrator (who himself often writes with more or less ironic detachment from the narrated scene). Palma may very well be trying to shock the reader into questioning whether Claire really deserved what she was getting.

The implication in the review that it should be read as a moral condonation of rape is quite off the mark, I think.

The "torrent of fire, awakening of the flesh" part I believe is written in a tongue-in-cheek, very self-aware way, since the sentence is horribly clichéd and Palma is just a good stylist (I too recommend his short fiction). I cannot take it seriously that someone would read it as saying "Wow, she was being raped and how much she enjoyed it!" or something of that sort.

Additionally, it is quite plausible that Spanish readers find that section of the novel much less shocking than it proves to be for the reviewer. The reviewer seems to have problems with the fact that the male character is not punished in the end ("the rapist and his somehow still deceived victim go off to live happily ever after together"). But Spaniards are very familiar, since school, with the characters of the picaresque novel, who walk the line between roguish behaviour and major moral offense as they get going by mercilessly exploiting others' naivety and good will, and don't get punished in the end (they typically make their way to a modest but comfortably stable position in a corrupt society). Also, cheating behaviour is much more socially accepted, and I doubt deceiving a young woman into sex would be majoritarily read as rape in Spain, in the first place. Some people might even find the notion hilarious. (Thus I'd say that Palma takes extra care to make it stand that his male character is abusive.)

It is true that Palma handles the whole affair as a complex, nuanced situation, rather than serving an unambiguous indictment of 'Shackleton', and that the reader is entitled to thinking that nuances are uncalled for. But I'd definitely not call this "repulsive" or "a horrific treatment of gender".

miércoles, 10 de octubre de 2012

Gente pa to: la "conspiración con el Imperialismo" de Jane Austen

De aquí:

"past studies about Jane Austen’s involvement in Imperialism is confined to her novel Mansfield Park, in which Austen has expressed an unmistakable enthusiasm about overseas exploitation and colonization of other countries. For in the novel, Mansfield Park is supported by overseas plantations"

Unas líneas más abajo:

"Yet much has been reserved about the discussion of Imperialism and colonialism in relation to Pride and Prejudice. Such a critical negligence has been deliberately wrought by critics on the pretext that there is no mention of or even reference to the social or historical events related to British territorial expansion in other countries".

O sea. Primero, si un escritor de la metrópoli habla de las colonias, es un imperialista. Pero, si no habla de las colonias, es un imperialista. De hecho, escribir un libro en el que las colonias no juegan ningún papel y no se mencionan en absoluto no es un caso de elemental coherencia, sino una prueba de la participación política en la subyugación de otros países y culturas.

Y luego están los malvados críticos imperialistas, que llevan otra conspiración desde hace generaciones para evitar que el mundo conozca la conspiración imperialista. Porque ninguna otra cosa puede explicar que los críticos de una novela que no hace ninguna mención del Monstruo de Spaghetti Volador dejen de criticar al autor por esta flagrante omisión, conspiratoria, de la verdadera fe.


Desgraciadamente, eso no es un crank sino que hablamos de una línea de "investigación" clara como se puede ver buscando en Google "jane austen imperialism" o, más generalmente, "harold bloom school of resentment".

Es decir, que por escribir artículos como este a uno le dan puestos de trabajo en universidades, y tal.

martes, 9 de octubre de 2012

Cambiemos el mundo fingiendo que las palabras significan otra cosa

-Para lo que hay que oír... -dijo Humpty Dumpty.
-Ya lo dijo Shakespeare -replicó Alicia.
-Los límites de mi lenguaje...
-Cállate, Wittgenstein -le cortó Humpty Dumpty.


Una de estas noches, veía en la tele a una psicóloga de una asociación de familias de niños sordos. La entrevista era interesante pero las alarmas saltaron cuando de repente dijo que ella nunca ha conocido a ningún sordomudo, que, sin negar que tal condición sea hipotéticamente posible, con lo que ha trabajado es con muchos sordos sin desmutizar.

Aunque es obvio que quien nazca sordo y no reciba estímulos para aprender a hablar no va a hacerlo aunque no tenga ningún daño en el aparato fonador, y por tanto cualquiera entiende la distinción que se pretende entre mudo y sin desmutizar, me levanté rápidamente a por una libreta al sospechar que se avecinaba un giro hacia la corrección política más insensata. Al fin y al cabo, "sin desmutizar" es solo un circunloquio agramatical para decir "no no-mudo".

Después de las objeciones a usar la palabra "mudo" para referirse a quien no puede hablar, inevitablemente llegaron objeciones a usar "sordo" para referirse a quien no puede oír. La palabra "sordo", nos informa la chica, "parece tener un matiz peyorativo".

¿Lo tiene? Yo nunca he visto tratar de insultar a alguien llamándole sordo; tampoco he visto ningún sordo que se ofendiera por que le dijeran que estaba sordo. Pero nótese que es irrelevante si tiene un matiz peyorativo o no: ella ni siquiera afirma que lo tiene, sino que parece tenerlo. Es decir, que hay algo en la palabra "sordo" que parece que podría usarse como peyorativo. "Parecer" algo es a priori respecto a serlo o no. Al reclamar que parecer algo conlleve las mismas acciones que serlo, lo que se está haciendo es volver inútil inquirir si lo es o no; ¿para qué discutir si algo es o no, si ya se siguen los mismos efectos de que lo parezca?

Y ¿qué es eso que parece peyorativo? Pues sin duda el significado mismo de la palabra; estamos todos de acuerdo, incluidos los sordos, en que la sordera no es una condición por lo general deseable ni superior a la audición normal. Hay que subrayar que, por tanto, cualquier expresión que se invente para sustituir la palabra "sordo", como seguirá significando lo mismo, seguirá pareciendo que tiene un matiz peyorativo a aquellos que encuentran matices peyorativos en las palabras que describen una realidad que no es buen rollito y que va a desaparecer en cuanto la barramos debajo de la alfombra porque para eso nos enseñaron los posmodernos que la realidad la crea el lenguaje.

Por eso, ¡qué gran avance para los sordomudos que la sociedad comprenda al fin que están sin desmutizar, y no mudos!

Es decir, la gente que le tiene miedo al ácido sulfúrico dejará de tenérselo en cuanto le cambiemos el nombre por "gominola de fresa"; además, el contacto con el ácido sulfúrico ya no les hará ningún daño, y sentirán un sabor muy rico si se lo tragan.

Para evitar el círculo vicioso, podemos ponernos todos de acuerdo en llamar a los sordos por algún nombre que signifique otra cosa que sordo. El objetivo es impedir a la sociedad pensar los sordos como sordos. Esta era una de las opciones contempladas por la chica: llamar a los sordos "hipoacúsicos". O sea, vamos a ver. Una persona no oye. Tenemos dos palabras: "sordo", que significa "persona que no oye"; e "hipoacúsico", que ya se ve que quiere decir "persona que oye poco". Entonces, al hipoacúsico llamémoslo hipoacúsico, y al sordo llamémoslo hipoacúsico.

¿Cuál es la defensa que se hace del término "hipoacúsico"? Primero, que "es un término médico" (sic). Segundo, la ventaja de que permite especificar el grado: podemos decir que una persona tiene "hipoacusia leve, moderada o severa". ¿El grado? ¿Qué carajo de sentido tiene "poder decir" que un sordo -el tema de la entrevista era niños que han nacido sordos- tiene una hipoacusia leve?

En todo caso, nos advierte la chica, no hay que decir "sordo". Como mínimo, siempre hay que decir, comillas, "'persona con', la persona por delante". Y yo me pregunto: ¿por qué? ¿Es que alguien ha sugerido alguna vez que los sordos no son personas? ¿Por qué hay dos grupos de personas: unas a los que hay que llamar explícitamente "personas", por miedo a que se sigan horribles efectos de no hacerlo, y otras de las que ya se entiende que son personas sin necesidad de decirlo? ¿Es que al eufemísticamente llamar a otro "persona" no está uno afirmando no estar entre los que reciben el apelativo eufemístico de "persona"?

Así que, digo yo, mejor llamar a un sordo "sordo" que "persona hipoacúsica en un sentido irónico tanto de 'persona' como de 'hipoacúsica'".

En cambio, debo de estar muy desencaminado, pues al cabo de otro rato noté que, tras disculparse por usar la palabra sordera "para que todos nos entendamos", la chica hablaba repetidamente de las personas que "adquieren" una sordera. Aparentemente, "adquirir una sordera" es una forma de decir lo que toda la vida se llamó "quedarse sordo".

Y es que volvemos a lo mismo, de la sordera no se puede permitir que se diga que se sufre o se padece, sino que se adquiere. Podría parecer, si no, que estamos sugiriendo que ser sordo es peor que no ser sordo, abundando en ese poder parecer que la palabra "sordo" tiene un matiz peyorativo.

Según el DRAE, "adquirir" tiene cuatro significados: ganar, conseguir con el propio trabajo o industria; comprar; coger, lograr o conseguir; hacer propio un derecho o cosa. Es obvio que la sordera ni se gana trabajosamente, ni se compra, ni se logra o consigue, ni es un derecho que se hace propio. Es, por tanto, un intento deliberado de utilizar un verbo de connotaciones positivas para referirnos a lo que es la pérdida de una funcionalidad comunicativa básica en los humanos, pérdida que dudosamente alguien sufrirá con gusto*.

Como si dijéramos que Fulanito al enfrentarse a los atracadores adquirió una patada en el estómago, o que Menganito al dejar de pagar la hipoteca ostentó una orden de desahucio.

Bien; pero, si "sordera" no puede emplearse, ¿qué es lo que se adquiere en realidad? Amablemente, la chica explicó que algunas palabras no deben emplearse, como "discapacidad" y "minusvalía". Por aquello del matiz peyorativo. Aquí estamos en plena vorágine del ciclo vicioso. A los que hemos vivido las sucesivas fases de "No, no hay que llamarles inválidos, porque parece que quiere decir que no es válido, hay que llamarles minusválidos", luego "No, no hay que llamarles minusválidos, porque parece que quiere decir que es menos válido, hay que llamarles discapacitados", y ahora "No, no hay que llamarles discapacitados, porque parece que quiere decir que tienen menos capacidad", no puede sino dejarnos perplejos que los mismos grupos de presión que te indujeron en el año 198x a usar la palabra A, te digan en el 199x que está mal usar A y hay que usar B, en 200x que está mal usar B y hay que usar C, y en 201x que está mal usar C y hay que usar D.

En palabras de la chica, todas las palabras "empiezan siendo neutras y acaban cargándose de matices". Una alternativa simple a cambiar esas palabras sería comenzar a llamar a lo peyorativo mejorativo. Así, al decir que "persona con dificultades en la actividad" (que es como hay que decir "discapacitado" ahora) parece tener matices mejorativos... ¡Voilà! ¡Todo resuelto! ¡Cuantos más matices mejorativos, mejor!

Vale más que empecemos: de no aplicar esta solución, nos veremos en el 202x aguantando el rollo de "No, no hay que llamarles personas con dificultades en la actividad, porque parece que quiere decir que tienen dificultades en la actividad, hay que llamarlas personas que luchan por superar sus problemas en la vida".

Y así, por fin, tras décadas de desleír el significado de las palabras, ¡habremos llegado a una terminología en la que todos seremos "personas que luchan por superar sus problemas en la vida"! ¡Por fin quedarán obsoletas todas las palabras que permitían referirse a la condición específica de cada una de esas personas! Y, no pudiendo decirla, ¡la diferencia simplemente dejará de existir!

(Pero, aun así, ¿deberíamos usar palabras con matices negativos como "problemas"?)

Así que, en efecto, a la sordera hay que llamarla "dificultades en la actividad auditiva", a quedarse sordo "adquirir dificultades en la actividad auditiva", y al sordo "persona con dificultades en la actividad auditiva". Oír no es una actividad, pero qué más da.

Cuánto mejor que esa palabra de "hipoacúsico", con todos sus matices peyorativos, que parece que quiere sugerir que el sordo oye menos de lo normal.