Estoy seguro que Sofía Castañón no sabe quién soy yo; pero hubo un año en que nosotros hacíamos el programa siguiente al suyo. Ella tenía catorce o quince y leía relatos (una hora a la semana leyendo relatos equivale, supongo, a un buen número de horas escribiéndolos). Pienso que su técnico, Lucía, la admiraba verdaderamente porque una vez me dijo con ojos muy abiertos: "¡Y eso que está leyendo es escrito por ella! ¿Te lo puedes creer?", que fue como supe que no era lo que parecía, buscar relatos y leerlos en antena.
El programa se llamaba Gajos de naranja color de luna. Me acuerdo porque a veces le doy vueltas a ese título, intentando desentrañar por qué esa inversión funciona. Así que poca sorpresa me llevé cuando supe que había ganado el Asturias Joven de poesía en el 2006; cabe esperar que haya ganado más galardones desde entonces.
Como niña era un encanto y me la imagino con aparato en los dientes -aunque no estoy seguro de que lo llevara realmente-. En sus relatos tenía una sólida intuición y una curiosa tendencia a correlacionar lo anímico con lo externo que me sorprendió.
El yo adulto de Sofía debe de ser igual de majo, digo yo. A veces lo veo por la calle, aunque nunca le he parado porque tendría que acabar explicándole lo que pienso de sus poemas y reseñas, y para qué quiere alguien que un desconocido le endiñe traidoramente sobredosis de sinceridad. Qué hiciste con esa niña que tenía talento, dónde está su cadáver y por qué firmas con su nombre, y todo eso.
Reseña de Vecovurt, de Alba Ramírez Guijarro
Hace 8 horas
4 comentarios:
Esto parece un aviso a la sra. Presidenta
Hay plena confianza en la Sra. Presidenta. De todas formas, estoy yo como para pedir cuentas a nadie...
Eres víctima de la combinación de las circunstancias y de tu cabezonería. De todas formas no te arrugues. En un mundo en el que Obama tiene un Nobel por existir, todo es posible
¡¡Cabezonería!! Esa es la palabra que no encontraba. Muy acertado, Sr R ;)
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