viernes, 16 de diciembre de 2005

Comprando en la jungla

Procure no comprar libros defectuosos con dieciséis páginas en blanco. Podría ocurrirle que la librería se negara a aceptar la devolución, le tuviera 35 minutos esperando para hablar con el encargado y al final, justo antes de poner encima de la mesa los 18,95€, le insultaran subrayando las diferencias entre una librería y una biblioteca.

Otra alternativa, quizá más cómoda, puede ser no comprar libros en "La Casa del Libro" de Gijón.

-Hola, quería devolver este libro.

La dependiente o dependienta extrae del libro el ticket, que está marcando una de las páginas en blanco, y se lo mira.

-Sí. ¿Es que está algo mal?
-Mira, le faltan páginas que vienen en blanco, por lo menos diez o doce páginas en blanco.


Lo hojea.

-Precisamente había puesto el ticket marcando...
-Ay, lo siento.
-No, nada. No, ésa no es...


Al final encuentra un par de páginas en blanco y (horror) dobla por lo menos ochenta páginas del libro para marcar el sitio.

-Te lo cambio por otro ejemplar [y se va hacia la estantería]
-No.
-Ya, pero es que este libro, la fecha de compra es en septiembre. No te podemos devolver el dinero más que dentro de los quince días siguientes a la compra, en otro caso eso sí, te lo cambiamos por otro ejemplar; pero fuera de los quince días no te podemos devolver el dinero.


En este punto yo hago como que reflexiono mientras me pregunto: ¿por qué no existirá la profesionalidad en el mundo?

-Ya, no, si a mí el dinero me da igual. Pero es que en el ticket dice: "excepto para los libros defectuosos, cuyo plazo de devolución será de un año". Yo es que ya no vivo en Gijón, entonces no he vuelto hasta ahora.
-Yo es que no te puedo hacer otra cosa que cambiártelo por otro a partir de los quince días siguientes a la compra.


Y me repite todo el rollo otra vez, insistiendo en que "devolución" significa que te cambian el ejemplar por otro.

-Ya. Sí. Además dice en el ticket que Las devoluciones se realizarán con dinero interno.
-Es que ya no trabajamos con dinero interno. Desde septiembre hemos cambiado de sistema.

-[Viendo que voy a tener que empezar a ponerme desagradable] Pero esto a vosotros os ata contractualmente durante un año. [Y comenzando a confundir para que no pueda hacerse con la conversación] No lo entiendo, ¿en qué sentido te parece que el libro no es defectuoso?
-No, no, si el libro está claro que es defectuoso...

-[Interrumpiendo] Bueno, por lo menos estamos de acuerdo en eso. Entonces, a ver, ¿cuál es vuestra política?
-Vamos a ver. Yo a ti puedo o bien devolverte el dinero en efectivo, dentro de los quince días siguientes a la fecha de compra, o bien a partir de ahí cambiarte el libro pero no puedo darte el dinero en efectivo meses después de que hayas comprado el libro.
-Entonces, ¿en qué consiste la devolución?
-En que te lo cambiamos por otro ejemplar.
-Eso no es una devolución.
-Es un cambio.
-Pues eso, que no es una devolución.


Como parece que no me dejo convencer (qué malo soy), la dependiente me ofrece pasar a la fase 2:

-Yo más no te puedo hacer. Si quieres hablar con el encargado o con el dueño...

El encargado, ya saben que tardó 35 minutos en aparecer. Primero tenía que esperar un momento porque no le cogían el teléfono arriba. Luego le cogieron el teléfono arriba pero el encargado había salido un momento, volvería en cinco minutos. Luego el encargado aún no había vuelto. Luego llamó al encargado al móvil, pero resulta que lo tenía apagado (es fantástico esto de apagar el móvil de empresa; la pregunta es si lo llevará encendido alguna vez). En algún momento intermedio yo le dije a la chica, como si no fuera evidente:

-Claro, es que si yo hubiera sabido que os ibais a poner en este plan, habría mandado a alguien con el libro dentro de los quince días.
-Por favor, espera un momento y hablas con el encargado lo que quieras. Yo soy una empleada y no te puedo hacer nada.

Al final, el encargado apareció. Pero no crean que se dirigió a mí disculpándose por haberme tenido más de media hora esperando: en realidad no se dirigió a mí en absoluto. Es una política extraña porque yo había pedido hablar con él, así que cabría esperar que hablara conmigo después de haber estado esperándole 35 minutos (en los que había estado, o ausente de su puesto de trabajo, o intentando tocarme las narices).

Se puso a hacer de cajero mientras la dependiente o cajera me llamaba:

-Oye, perdona, creo que ya te puedo resolver el problema.

Volví a la caja.

-Nada, que te vamos a devolver el dinero en efectivo.
-Bueno, pero si no es por el dinero, de hecho yo la idea que tenía era comprar otro libro...
-Lo que pasa es que esto es una decisión que yo no puedo tomar sin autorización, ¿sabes?, el sacar dinero de la caja y devolvérselo a un cliente. Si me autorizan, ningún problema; pero la decisión la tiene que tomar otra persona.

Para que no le pareciera a "la otra persona", que estaba a un metro de distancia haciendo como que la cosa no iba con él, que se ponía de mi parte, pasó a meterme caña absurdamente:

-Porque por esa regla de tres todo el que empezara a leer un libro y no le gustara, le tendríamos que devolver el dinero. Y claro, esto es una librería, no un servicio de biblioteca.

Es decir, que si usted compra un artículo defectuoso a una empresa que le ha prometido que si su artículo era defectuoso le haría un vale por su importe, no se le ocurra ir a la empresa a que le hagan el vale, porque por esa regla de tres cualquiera puede pasar por allí a que le repartan dinero en efectivo. Ante tamaño disparate, yo por supuesto respondí:

-Claro, claro.

Y añadí para la "otra persona":

-Vamos, si el libro me hubiera gustado, lo mismo me daría llevarme otro ejemplar.

Me pusieron el dinero encima de la mesa, di las gracias y me subí al piso de arriba a por los "Fundamentos" de Cantor, con bastante impaciencia. Habría sido horrible tener que volver a casa sabiendo que no podía comprarlo hasta el día siguiente, pues era domingo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto demuestra que Tini tenía razón: en Asturias sólo quedan los buenos

Pedro Terán dijo...

He oído que van a poner cordones policiales en torno a las estaciones de ALSA los viernes por la tarde-noche para luchar contra la vil y cobarde "leyenda urbana".

Por cierto, que a lo mejor posteo las pruebas antropológicas de tu entrevista con ZP. Casi parece que estás en posición semi-Piqué y todo.

Salvo que me convenzas de lo contrario...

Anónimo dijo...

Esa sería una buena forma de que tus lectores vieran que lo que digo de ZP lo digo con conocimiento de causa.

Anónimo dijo...

Con Tini Areces no tuve la oportunidad (que no el gusto) de conversar. Aún así a ése se le ve venir a distancia (literal y metafóricamente). Además, despues de tener tratos con sus subordinados, poco bueno se puede decir de quien los eligió para el cargo.