Hablaba hace poco Ángel en su blog del recurrente tema de "ciencias y letras". Siempre suele decirse que debería lograrse una mayor comunicación entre ambos polos y bla, bla. De que no soy insensible a esa idea da fe el hecho de que pagué dinero por el libro de conversación entre Bricmont y Debray. También pagué dinero por Imposturas científicas, la vergonzosa réplica "social" a Imposturas intelectuales, vergonzosamente publicada por la Universidad de Valencia.
¿Quién no querría que todos fuésemos felices bailando con los Teletubbies mientras un extraño resplandor nos sale de la tripa?
Sin embargo, una de las cosas fáciles de aprender en el blogoglobo es que hablar es inútil. Si hablas con alguien que, en líneas generales, piense igual que tú, a lo mejor sacas algo en claro; pero cualquier otra cosa es una pérdida de tiempo y energía.
Quizás por eso, cuando hablo de algo "de letras" (aunque nunca encuentro el tiempo de hacerlo con calma) no hago ningún intento de que lo que digo tenga sentido para alguien "de letras". La reflexión propia puede hacer más que la explicación ajena.
O, al menos, ya que la explicación ajena no hace nada, quizás la reflexión propia lleve a alguna parte en algún caso.
Reseña de Vecovurt, de Alba Ramírez Guijarro
Hace 8 horas
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