Ayer hacía una reflexión sobre eso que algunas editoriales llaman “open access”. Para poder contestar con más holgura a los comentarios de Ángel y Kikollan me ha parecido que lo mejor es dedicarle al tema una nueva entrada explicando mi opinión.
Lo primero sería acotar a qué nos estamos refiriendo. Por mi parte, estoy hablando de editoriales que permite el acceso libre a través de Internet a un artículo si sus autores apoquinan cantidades desorbitadas de dinero.
Generosamente, Kikollan se refiere en su blog a este impuesto revolucionario como “los gastos”, dando a entender que el coste de subir un artículo a la red es realmente del orden de muchos cientos o varios miles de euros.
1. Las revistas que cobran al autor un tanto por página en concepto de gastos de publicación siempre han existido. Los más altos que conozco, dentro de mi área, son los 45 dólares por página de los
Annals (A. of Probability, A. of Statistics, etc.) publicados por el Institute of Mathematical Statistics. Hay que notar que los autores eligen libremente si desean pagar esta cantidad o no, sabiendo que en cualquier caso el IMS cubrirá el 100% de los gastos de todos los artículos y que el destino verdadero del dinero recolectado de esta forma es financiar becas para que investigadores jóvenes del Tercer Mundo puedan asistir a los congresos del IMS. Aparte de este caso especial, normalmente el pedir dinero a los autores sólo se produce en publicaciones pequeñas de países pobres, más o menos 10 dólares por página. Ya digo que esto es en mi área.
En este caso hablamos de hasta 3000 dólares por artículo, que es lo que pide Springer en su “Open Choice”. El argumento es claro: si tú me pagas el beneficio que yo saco de publicar el artículo a través de los canales tradicionales, yo me ahorro un montón de pasos intermedios, un montón de gastos y un montón de sueldos.
Lo primero que un investigador se puede preguntar a la vista de esta “oferta” es lo siguiente: ¿De verdad un intermediario se viene embolsando hasta 3000 dólares por cada artículo que yo publico? Dejaremos la respuesta al arbitrio del lector, teniendo en cuenta que Reed Elsevier declara haber obtenido en 2006 un beneficio de 1779 millones de euros (claro que esta cifra incluye también lo proveniente del tráfico de armas y tal y cual).
Otra pregunta que se me ocurre es: si mi artículo vale 3000 dólares (o cualquier otra cantidad superior a -3000 dólares), ¿por qué tengo que pagarte 3000 dólares para que lo publiques? Aquí dejo la pregunta.
2. El movimiento para conseguir que las publicaciones científicas sean de acceso libre en la red, uséase el movimiento Open Access (esta vez sin comillas) viene existiendo desde tiempo antes de que algunas editoriales, usando estrategias retóricas posmodernas, decidieran llamar “Open Access” a su imaginativa propuesta de modelo de negocio.
Por poner un ejemplo del punto en que están las cosas, la American Mathematical Society ha realizado un llamamiento a todos los matemáticos del mundo para que suban a la red
todos sus artículos de forma gratuita. No todos los que hagan en el futuro, sino
todos.
Y eso nos lleva al punto
3. Los repositorios de preprints, las páginas webs de investigadores y las revistas que publican gratuitamente en la red llevan existiendo mucho tiempo. Es una falacia de la peor especie afirmar alguna conexión lógica entre pagar miles de dólares a intermediarios y que los contenidos sean gratuitamente accesibles.
Springer Open Choice data de 2004. En esa fecha, revistas del máximo prestigio como
Annals of Mathematics eran ya gratuitas en la red. Hoy, muchas de las revistas de mayor prestigio en mi área lo son y suben directamente todos los artículos que publican al arXiv. Este se remonta, por lo menos, a 1991. El
Electronic Journal of Probability, que no fue ni mucho menos la primera publicación científica electrónica, apareció en 1996.
También es una falacia interesada plantear las cosas como si hubiera que decidir entre dar grandes cantidades de dinero vía suscripciones y dar grandes cantidades de dinero vía planes tipo “Open Access” (con comillas). Los precios de las suscripciones a revistas de los grandes grupos editoriales son muy abusivos; pero eso no convierte pagar cantidades equivalentes en concepto de “otra cosa” en una buena idea.
Muchas revistas científicas tienen precios de suscripción absolutamente testimoniales; son, en muchos casos, revistas de sociedades científicas que no tienen detrás grandes corporaciones sino exclusivamente las cuotas de sus socios… y siguen adelante. No tienen déficit de miles y miles de dólares.
Si la publicación en la red elimina casi el 100% de los costes, ¿cómo se puede justificar las tarifas a las que nos estamos refiriendo? Obviamente no se puede. Una cosa es aquella expresión de “hacer de puta y encima pagar la cama”; y otra la cama, la hipoteca, la letra del coche, la entrada del chalé, el colegio de los niños y los dividendos de los accionistas.
Por lo tanto, hace muchos años que las patatas son gratis, porque las patatas son tuyas y se las regalas a quien quieres. Cualquier otra cosa es una vendida de moto por parte de unos señores que se han hecho multimillonarios abusando de la buena fe y el despiste de los científicos.
(Pasa de la una y media, ya seguimos otro rato)