martes, 20 de diciembre de 2005

Otra china

El Príncipe de Wei decidió invadir Handan, capital del estado de Zhao. Aunque Qiliang estaba de viaje cuando se enteró de esto, regresó de inmediato y, sin siquiera cambiarse de vestimenta o cepillarse el polvo del cabello, acudió a presencia del rey.

Mientras regresaba -
le dijo- me crucé en el monte Taihang con un hombre que cabalgaba hacia el norte. Me dijo que iba al estado de Chu.

-En ese caso, ¿por qué te diriges al norte? -le pregunté.
-Va todo bien. Tengo buenos caballos -fue su respuesta.
-Puede que tus caballos sean buenos, pero vas en la dirección equivocada.
-Bien, tengo dinero de sobra.
-Puede que tengas mucho dinero, pero
vas en la dirección equivocada.
-Bien, mi cochero es excelente.

Le dije:

-Cuanto más rápidos sean tus caballos, más dinero tengas y mejor sea tu cochero, tanto más te alejarás del estado de Chu.

El discman maldito

Al final va a ser verdad eso de que soy un despistado. Voy a tener que ir haciéndome a la idea de estar en la categoría de "tan despistado que nunca me había dado cuenta de que soy despistado a pesar de que todo el mundo me lo repetía".

La prueba definitiva: hoy he cogido las instrucciones del discman para ver si ponía qué significa el "F15" que me escribe en la pantalla cada vez que lo enciendo (no lo pone). En la caja, debajo de las instrucciones había un transformador sin desembalar. Yo llevaba dos años preguntándome cómo era posible que un discman de ese precio viniera sin transformador.

viernes, 16 de diciembre de 2005

Autobombo

Ya digo que lo bueno de ser autor de algo es poder anunciar cosas.

Hoy he descubierto esto en la página web de este libro, que recomiendo a todos los interesados en los conjuntos aleatorios pues se va a convertir muy rápidamente en el texto estándar.

A los que no sean matemáticos ("Ah, tú eres otro raro", como me han dicho hoy en el comedor de la facultad) les puede costar imaginar la sensación de resolver un problema oficialmente declarado como abierto, que es algo así como batir un récord para los deportistas.

Trabajas en soledad en el problema durante mucho tiempo y al final te preguntas si lo que has hecho le importará a alguien. Por eso creo que es difícil que una persona "normal" se haga una idea acertada de la cantidad de satisfacción que un texto tan breve y aséptico puede generar.

Y el que una persona a la que admiras desde que empezaste en esto califique tu trabajo de "thorough investigation", eso ya es la leche.

Comprando en la jungla

Procure no comprar libros defectuosos con dieciséis páginas en blanco. Podría ocurrirle que la librería se negara a aceptar la devolución, le tuviera 35 minutos esperando para hablar con el encargado y al final, justo antes de poner encima de la mesa los 18,95€, le insultaran subrayando las diferencias entre una librería y una biblioteca.

Otra alternativa, quizá más cómoda, puede ser no comprar libros en "La Casa del Libro" de Gijón.

-Hola, quería devolver este libro.

La dependiente o dependienta extrae del libro el ticket, que está marcando una de las páginas en blanco, y se lo mira.

-Sí. ¿Es que está algo mal?
-Mira, le faltan páginas que vienen en blanco, por lo menos diez o doce páginas en blanco.


Lo hojea.

-Precisamente había puesto el ticket marcando...
-Ay, lo siento.
-No, nada. No, ésa no es...


Al final encuentra un par de páginas en blanco y (horror) dobla por lo menos ochenta páginas del libro para marcar el sitio.

-Te lo cambio por otro ejemplar [y se va hacia la estantería]
-No.
-Ya, pero es que este libro, la fecha de compra es en septiembre. No te podemos devolver el dinero más que dentro de los quince días siguientes a la compra, en otro caso eso sí, te lo cambiamos por otro ejemplar; pero fuera de los quince días no te podemos devolver el dinero.


En este punto yo hago como que reflexiono mientras me pregunto: ¿por qué no existirá la profesionalidad en el mundo?

-Ya, no, si a mí el dinero me da igual. Pero es que en el ticket dice: "excepto para los libros defectuosos, cuyo plazo de devolución será de un año". Yo es que ya no vivo en Gijón, entonces no he vuelto hasta ahora.
-Yo es que no te puedo hacer otra cosa que cambiártelo por otro a partir de los quince días siguientes a la compra.


Y me repite todo el rollo otra vez, insistiendo en que "devolución" significa que te cambian el ejemplar por otro.

-Ya. Sí. Además dice en el ticket que Las devoluciones se realizarán con dinero interno.
-Es que ya no trabajamos con dinero interno. Desde septiembre hemos cambiado de sistema.

-[Viendo que voy a tener que empezar a ponerme desagradable] Pero esto a vosotros os ata contractualmente durante un año. [Y comenzando a confundir para que no pueda hacerse con la conversación] No lo entiendo, ¿en qué sentido te parece que el libro no es defectuoso?
-No, no, si el libro está claro que es defectuoso...

-[Interrumpiendo] Bueno, por lo menos estamos de acuerdo en eso. Entonces, a ver, ¿cuál es vuestra política?
-Vamos a ver. Yo a ti puedo o bien devolverte el dinero en efectivo, dentro de los quince días siguientes a la fecha de compra, o bien a partir de ahí cambiarte el libro pero no puedo darte el dinero en efectivo meses después de que hayas comprado el libro.
-Entonces, ¿en qué consiste la devolución?
-En que te lo cambiamos por otro ejemplar.
-Eso no es una devolución.
-Es un cambio.
-Pues eso, que no es una devolución.


Como parece que no me dejo convencer (qué malo soy), la dependiente me ofrece pasar a la fase 2:

-Yo más no te puedo hacer. Si quieres hablar con el encargado o con el dueño...

El encargado, ya saben que tardó 35 minutos en aparecer. Primero tenía que esperar un momento porque no le cogían el teléfono arriba. Luego le cogieron el teléfono arriba pero el encargado había salido un momento, volvería en cinco minutos. Luego el encargado aún no había vuelto. Luego llamó al encargado al móvil, pero resulta que lo tenía apagado (es fantástico esto de apagar el móvil de empresa; la pregunta es si lo llevará encendido alguna vez). En algún momento intermedio yo le dije a la chica, como si no fuera evidente:

-Claro, es que si yo hubiera sabido que os ibais a poner en este plan, habría mandado a alguien con el libro dentro de los quince días.
-Por favor, espera un momento y hablas con el encargado lo que quieras. Yo soy una empleada y no te puedo hacer nada.

Al final, el encargado apareció. Pero no crean que se dirigió a mí disculpándose por haberme tenido más de media hora esperando: en realidad no se dirigió a mí en absoluto. Es una política extraña porque yo había pedido hablar con él, así que cabría esperar que hablara conmigo después de haber estado esperándole 35 minutos (en los que había estado, o ausente de su puesto de trabajo, o intentando tocarme las narices).

Se puso a hacer de cajero mientras la dependiente o cajera me llamaba:

-Oye, perdona, creo que ya te puedo resolver el problema.

Volví a la caja.

-Nada, que te vamos a devolver el dinero en efectivo.
-Bueno, pero si no es por el dinero, de hecho yo la idea que tenía era comprar otro libro...
-Lo que pasa es que esto es una decisión que yo no puedo tomar sin autorización, ¿sabes?, el sacar dinero de la caja y devolvérselo a un cliente. Si me autorizan, ningún problema; pero la decisión la tiene que tomar otra persona.

Para que no le pareciera a "la otra persona", que estaba a un metro de distancia haciendo como que la cosa no iba con él, que se ponía de mi parte, pasó a meterme caña absurdamente:

-Porque por esa regla de tres todo el que empezara a leer un libro y no le gustara, le tendríamos que devolver el dinero. Y claro, esto es una librería, no un servicio de biblioteca.

Es decir, que si usted compra un artículo defectuoso a una empresa que le ha prometido que si su artículo era defectuoso le haría un vale por su importe, no se le ocurra ir a la empresa a que le hagan el vale, porque por esa regla de tres cualquiera puede pasar por allí a que le repartan dinero en efectivo. Ante tamaño disparate, yo por supuesto respondí:

-Claro, claro.

Y añadí para la "otra persona":

-Vamos, si el libro me hubiera gustado, lo mismo me daría llevarme otro ejemplar.

Me pusieron el dinero encima de la mesa, di las gracias y me subí al piso de arriba a por los "Fundamentos" de Cantor, con bastante impaciencia. Habría sido horrible tener que volver a casa sabiendo que no podía comprarlo hasta el día siguiente, pues era domingo.

Antropología en vena

Un documento antropológico de gran valor científico.

(Cortesía de Pablo González y antes de él de Javier Granda, que qué habrá sido de él)

miércoles, 14 de diciembre de 2005

Artículos de Lotfi Zadeh

Esta entrada es para facilitar a mis compañeros enlaces a algunos artículos de Zadeh. El que no me lea desde una universidad rica, podrá entrar en unos sí y en otros no.

El SCI es el Science Citation Index, que recoge el número de citas de un artículo en revistas con índice de impacto.

El artículo seminal sobre conjuntos difusos (5821 citas en el SCI)
El artículo seminal sobre razonamiento aproximado
El artículo seminal sobre teoría de la posibilidad (poner el título "Fuzzy sets as a basis for a theory of possibility" en el buscador)
El artículo sobre razonamiento probabilístico basado en percepciones



[Para no decepcionar al Sr. R, comentaré que Lotfi Zadeh fue el primer ganador del Premio Lotfi Zadeh. Menos mal que los del Príncipe de Asturias no hicieron lo mismo]

martes, 13 de diciembre de 2005

Un afoto curioso

Al rico indicativo

Al poco de empezar a hacer radio, tuve que preparar un cursillo breve al estilo "ciego guía ciego" para una oleada de gente que entró en el taller a la vez (los procesos de Poisson tienen estas cosas). La mayor parte del material que me dieron para prepararlo nunca me sirvió para nada (o yo nunca supe convertirlo en algo útil), pero había unas fotocopias de un libro con varios detalles curiosos que recuerdo.

Entre ellas estaba la seria recomendación de no utilizar nunca en antena términos técnicos del mundo de la radio. Por ejemplo, nunca decir "en antena" como yo acabo de hacer. La razón es que la mayoría de los oyentes desconocen el sentido de esos términos, así que es un ejercicio de pedantería como cualquier otro. Si no, prueben "indicativo", "careta", "regleta" o "revox".

Se desaconsejaban también esas típicas presentaciones enrolladas de "Les saludan Fulanito en los controles técnicos y Menganito en locución" (lo cual es comprensible en lo que toca a la locución).

Este consejo no se sigue a menudo: todos hemos oído hasta la saciedad términos como "en directo", "en el aire", "sintonía", "cabecera", "jingle", "guión", etcétera.

Ayer mismo oí a Manel Fuentes mencionar varias veces el guión, lo cual es de bastante mal gusto. No sé qué clase de complicidad con los oyentes se cree que se gana insistiendo e insistiendo en que uno lee los chistes de un papel que le han escrito otros.

Es también corriente en el programa de Fermín Bocos hacer referencias a la música de fondo de su sección de "adelanto de la prensa". También presuntamente, esto contribuye al ambiente distendido.

Mi opinión es que los mecanismos invisibles deben ser invisibles, aunque uno crea que es más guay o deconstructivo hacerlos visibles. Nadie se imagina la siguiente línea de diálogo en una película: "¡Qué iluminación tan magnífica, cómo resalta tus rasgos!" O, en una novela, un político no podría decir: "Mis ideas llegan mejor a los ciudadanos con la ayuda de mis asesores y gracias al trabajo del corrector de estilo y a las atinadas sugerencias del editor".

La situación es de hecho terrible. La semana pasada oí tres veces mentar el reverb, y si encendemos la televisión parece que uno no pueda enterarse de nada sin saber lo que es el prime time, el formato y hasta el chroma, el prompter y los frames.

Este fin de semana vi atónito en un concurso de lo más idiota que el presentador decía "Ahora viene la prueba del no sé qué, ya sabéis que os pongo un frame y vosotros tendréis que adivinar a qué anuncio pertenece". Luego: "Vamos con el siguiente frame". En otra parte, Juan Ramón Lucas protagonizó la parte mala del siguiente diálogo:

-Y cuéntanos, ¿ahora a qué te dedicas?
-Pues ahora me dedico a vender formatos.

Todo esto me lleva a ese chiste tan memorable que uno de Gijón/Oviedo contaría de la siguiente forma:

-¿Sabes la diferencia entre solución y disolución?
-No.
-Pues que disolución es meter a uno de Oviedo/Gijón en ácido sulfúrico, y solución es meterlos a todos.


Pues eso, que hay que buscar una solución.

lunes, 5 de diciembre de 2005

La bahía de Gijón

El otro día voy por la calle y me encuentro un cartel de promoción turística de Gijón. El eslogan es: "Es otro mundo". En fin, otro año ya pagaremos más a los publicistas.


A ver si con algo menos de pereza voy subiendo afotos para mis afans.

Jordi Labanda

Ayer vi en el telediario que venden alfombras de Jordi Labanda.

Primer acto:

Labanda hacía una página de humor en un suplemento dominical en la que hacía una crítica sarcástica del pijerío más recalcitrante. Recuerdo una viñeta en la que una pareja está en actitud de "Y ahora, ¿qué vamos a hacer?" al habérseles fundido una bombilla. El subirse a una banqueta y cambiar la bombilla está, por supuesto, muy por debajo de la dignidad de cualquiera de los dos miembros de la pareja.

Sin embargo, ya se sabe cómo son las cosas. Jordi ponía a sus personajes unos diseños tan mega-fashion-fashion que encandiló a sus criticados. Es probable que de inicio su interés estuviera en el diseño más que en el humor (yo nunca le encontré mucha gracia a sus chistes, de hecho), y que escogiera ese tema y ese tipo de personajes porque le daban la oportunidad de mostrar un vestuario interesante.

Segundo acto:

Veo en la tele, atónito perdido, cómo Isabel Preysler le da a Jordi Labanda un premio o no sé qué de Porcelanosa. El Labanda parece nervioso y fuera de lugar; mira a los lados como preguntándose si algún amigo cabrón le estará viendo. Vete tú a saber, me digo yo, lo que estaría acostumbrado a decir de la Preysler (su casa con catorce baños parece la mansión espiritual de los personajes de Labanda) a la hora del café.

Al poco, las librerías se llenan de bolígrafos de Jordi Labanda, carpetas de Jordi Labanda, libretas de Jordi Labanda... a unos precios sólo razonables para los hijos de los ex criticados por Labanda.

Tercer acto:

Jordi Labanda vende alfombras; la voz en off nos informa de que el precio de las alfombras con dibujitos de diseñadores (una moda, a lo que parece) está entre 600 y 6000 euros. Vamos, que una alfombra vale por muchos bolígrafos.

Por mi parte, hace años que no he visto nada original ni ninguna evolución en Labanda. Le han salido imitadores y supongo que, además, en su página semanal ya no se critica el pijerío recalcitrante.