viernes, 22 de octubre de 2010

Los zombis no se peinan

y por tanto no necesitan colonia. Cuando le conté la teoría siguiente a Bliss, la verdad es que me miró como si estuviera un poco p'allá, pero creo que ahora está casi convencida.

Habrán notado la moda zombi que nos invade. Los números de películas y novelas de tal temática aumentan más rápido que las cifras del paro, y hasta hay editoriales que están sacando colecciones de novelas de zombis. Habrán oído hablar quizás de las versiones zombi de Orgullo y prejuicio, El lazarillo de Tormes, La casa de Bernarda Alba,...

Se han dado varias explicaciones de lo que representan los zombis contemporáneos: para uno, los zombis son una metáfora de la masa consumista indiferenciada; para otros, son los parados, o los inmigrantes. La zombificación se extiende por la sociedad como un virus; nuestros vecinos de al lado, esos que nos caían tan mal, llaman a la puerta para hacernos como ellos, sólo que ahora pegarles un tiro cuenta con todos los parabienes éticos. ¡Cómo mola la literatura! En cualquier caso los zombis son los otros, sean unos otros u otros, y estamos dispuestos a todo para no caer en sus manos.

Yo soy de la escuela de la masa indiferenciada, en parte porque leí en su momento el manifiesto del Unabomber y me quedé con la idea de que los centros de decisión que conforman a nuestras vidas cada vez están más lejos, y nosotros cada vez más desposeídos de la capacidad de crear las condiciones en las que queremos que se desarrolle nuestra existencia. Eso, y que he constatado que, en un momento cualquiera, la moda a 3000 kilómetros de distancia es exactamente la misma que aquí.

Pero mi pregunta al respecto era: ¿valen algo esas explicaciones post hoc que racionalizan lo que quizá no es más que una moda coyuntural? De ser así, la moda zombi tendría un correlato en el trabajo de los profesionales más interesados en las pulsiones inconscientes del hombre moderno: los publicistas.

Y, ¿en qué producto concreto se apreciaría más claramente? En las colonias, me dije: porque los seres asquerosos llamados zombis no se peinan, y por lo tanto no usan colonia.

Así que este año estoy examinando los anuncios de nuevas colonias (que ya llevan algunas semanas dando la matraca para que en diciembre estemos familiarizados con sus marcas).

Mi impresión es que, en los últimos años de bonanza económica, el mensaje era que la colonia es una inversión: a través de la compra de colonia conseguirás cosas. Ahí tenemos imágenes como la chica atravesando una piscina de oro (J'Adore de Dior) o la que escala una montaña de manzanas para alcanzar el verdadero amor que cuelga, como una joya, de un árbol (Nina de Nina Ricci; toma subtexto).

Pero sí que me parece que el mensaje ha cambiado en los nuevos productos de este año, como Bleu de Chanel y 212 VIP de Carolina Herrera: con esta colonia no serás igual que los demás. Ambos anuncios coinciden en oponer el protagonista a una multitud (por oposición a productos que anteriormente jugaban la carta del diferente, como Solo y Hugo Boss). Esto creo que viene para quedarse y se debe al ascenso de las redes sociales; quizá debamos acostumbrarnos a los anuncios de colonias con tanta gente como una página de Facebook.

Es interesante que, también, ambos asocian directamente (no a través de un símbolo focal como el oro, la joya) su producto al consumo de experiencias: la colonia es explícitamente la llave a un mundo reordenado donde gozamos del control vital y nosotros focalizamos la atención; los demás ponen sus ojos sobre nosotros y saboreamos su constatación de nuestra diferencia.

Un entorno ficticio, pero que mola más que el mundo real, y eso es algo que no anhelaríamos si nuestra verdad no fuera tan anodina e indistinta como la de esos malditos otros a los que querríamos no parecernos.


En fin, denle alguna vuelta a la hipótesis zombi cuando les aburran los anuncios. Es divertido.

7 comentarios:

Carlos Garrido dijo...

No había caído, aunque como no veo la TV también lo tengo algo más complicado, y de los libros que comentas solo conozco el de Orgullo Prejuicios y Zombis, que no lo he leído pero siempre que ovy a buscar alguno está por los estantes.

La verdad no había caído en lo de la moda de zombies, pero el partido que le saca la publicidad es realmente interesante.

Me recuerda a unas clases que me daba una profesora del instituto, donde analizábamos algunos mensajes subliminales de la publicidad.

Muy bueno.

Instan dijo...

Yo a veces pienso que tal vez la asociación del zombi como hombre masa tiene algún sentido, y siempre pienso en ello como una versión posmoderna cutre de las tesis orteguianas de "La rebelión de las masas". En otros momentos que es más bien una identificación del zombi con el individuo apático e indiferente que lo traga todo, paradigma del ciudadano medio.

Pero también creo que hay algo atávico y estético. Creo que hay algo en el zombi gore, que nos despierta terrores inconscientes, no sé qué es, pero es algo más profundo que la moda. No dejo de preguntarme si tiene que ver con la imagen del más allá que había en las primeras culturas. Pienso en el Seol, los muertos del poema de Homero, del de Gilgamesh, etc.

Quizá el injustamente sobrevalorado George Romero accionó algún tipo de interrputor inconsciente. Pero también puede ser que de peque me quedé traumatizado con esas cosas de zombis...

Y sobre los anuncios de colonia, esos sí que son auténticamente terroríficos...

Pedro Terán dijo...

Arkaico: Haces bien en no ver la tele, para lo que ponen vale más aprovechar el tiempo de otra forma.

Instan: Es posible, yo no sabría decirlo (me pillas en fuera de juego).

Yo no creo que sea una moda arbitraria, como mínimo está línea con la atención que estamos prestando a muchos fenómenos de difusión: la psicosis de las pandemias, la "infiltración" de células islamistas en las sociedades occidentales, el marketing vírico, el intento de aumentar el paso de resultados científicos a la sociedad a través de las empresas, etc.

La rebelión de las masas tiene un componente perturbador, ya que las masas somos nosotros (bueno, tú no pero yo definitivamente sí), y ganamos, hasta el punto que a veces temo por la continuidad de la civilización occidental. Siempre me pregunto que habría dicho Ortega de saber que no tendría nada de sorprendente que (algunos) alumnos universitarios se quejasen de las faltas de ortografía de sus profesores.

Sr. IA dijo...

Creo que los publicistas no utilizarán zombies para su campaña navideña de colonias ni en general para nada. Una colonia se utiliza como enmascarante del (mal) olor corporal o como refuerzo de ciertas feromonas con vistas a culminar un apareamiento sexual exitoso. Una modelo con las tripas fuera y abundante hemoglobina respondería más al primer incentivo de compra. Pero es un mensaje publicitario que no ha cuajado, si hueles mal compra X. No va así, más bien es huele mejor con X y entonces Sexo.
De todas maneras, voy a aportar una cuarta metáfora explicativa del zombi.No es una actividad sostenible por eso siempre pierden.

Instan dijo...

Entonces este sí que hará anuncios de colonia con vampiros fosforescentes...

Instan dijo...

"Este año sí que habrá", quería decir.

Jorge Fernández Gonzalo dijo...

A quien quiera ampliar la relación entre zombis, publicidad e hiperconsumo, le remito a mi libro "Filosofía zombi", un ensayo publicado en la editorial Anagrama.

http://www.casadellibro.com/libro-filosofia-zombi-finalista-premio-anagrama-de-ensayo-/1848959/2900001444240

reseña aquí:
http://www.larazon.es/noticia/2255-una-sociedad-zombi