Resulta que hoy hace el blog seis años. En conmemoración, voy a contar la peor idea que he tenido nunca.
Esto debió de ser en primero de carrera. Volvíamos de clase en el tren, por alguna razón más tarde de lo normal; quizá salíamos de un examen. Todo seguía su curso hasta que el tren se paró en Serín. Pasa el tiempo y no arranca. Se apagan las luces. Se encienden las luces (supongo que se apagan automáticamente tras un tiempo parado). Al final, nos dicen que la catenaria está cortada entre Serín y Monteana, la siguiente estación. Hemos de bajarnos y un autobús vendrá a recogernos para llevarnos a Gijón.
Este es uno de los casos en que uno tiene mucha información y aun así se demuestra que no es la suficiente.
Mi análisis racional fue el siguiente. Si RENFE tenía un autobús, la persona que iba a conducirlo estaría a esa hora en su casa y tendría que ir de allí a Oviedo, coger el autobús e ir hasta Serín, no habiendo ninguna carretera rápida para llegar (en ningún momento me planteé que el autobús pudiera venir de Gijón, que estaba más cerca; eso es ser listo). Por otro lado, si RENFE no tenía un autobús, tendría que localizar una empresa que le hiciera el servicio, la cual a casi las diez de la noche tendría también que sacar a un trabajador de su cena. Así que podíamos esperar sentados por el autobús.
Por otra parte, Serín y Monteana son las estaciones más cercanas de todo el trayecto. Según el horario, había 3 minutos en tren de una a otra; ni siquiera llega a coger velocidad de verdad. De Monteana parte la línea 24 de autobús urbano; sabía que el último salía a las diez y media de la noche, y que cinco minutos después de coger el 24 estaríamos en nuestro barrio y nos dejaría a cada uno incluso más cerca de casa que el tren.
Así que les expliqué al Sr.R y a David todo esto y mi estimación de que no podíamos tardar más de 15-20 minutos en llegar a Monteana andando por la vía, siendo que, al estar la catenaria cortada entre las dos estaciones, era imposible que nos encontráramos con trenes, y también que, al ser estaciones consecutivas entre las que solo pasaba una línea, no podía haber bifurcaciones donde nos perdiésemos.
La verdad es que, dicho así, parece un plan convincente: estaríamos cenando antes de que llegara el autobús de RENFE a recogernos.
Así que echamos a andar por la vía. La luz de la estación fue haciéndose más tenue hasta desaparecer. Durante un rato seguimos teniendo alguna luz de la relativamente cercana carretera, una suerte que terminó por agotarse. Entonces caminar sobre las traviesas se hizo más difícil. Y más lento, aunque al final interiorizamos el paso exacto.
Al cabo de un rato empezamos a oír a los perros. A los perros se sumaron más perros. Alguno ladraba bien cerca de nosotros; seguimos andando. También encontramos animales muertos en la vía... la forma de encontrar algo en la oscuridad es pisándolo o tropezando con ello.
Hubo bifurcaciones. Por suerte, todas en la dirección contraria, así que las vivimos como vías que se unían a nosotros. También hubo un momento en el que tuvimos mucha luz, claro que no pudimos aprovecharla para avanzar porque era un tren que venía hacia nosotros. Saltamos de la vía a un canal de desagüe que por suerte resultó estar seco. Aquí debió de ser cuando terminaron de cagarse en mis muertos, por suerte el ruido del tren era ensordecedor y no les oí.
Al final llegamos a Monteana, claro. Tardamos 37 minutos y para cuando llegamos el autobús de las diez y media (el último) ya había salido. En un bar llamamos por teléfono al padre del Sr.R para que nos viniera a buscar.
Extrañamente, cuando llegó no nos puso ninguna medalla.
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