jueves, 17 de febrero de 2011

24 horas en la vida de un profesor

En las últimas 24 horas me ha pasado lo siguiente:

Ayer me llegó un correo de un alumno de Estadística Administrativa I de la diplomatura de Gestión y Administración Pública. Como ha entrado en funcionamiento el "plan Bolonia", es una asignatura a extinguir y ya no hay clases de ella. Los alumnos que no aprobaron el año pasado pagan el 25% del precio oficial de matrícula, cubriendo sólo los derechos de examen.

Me dice el alumno que a la vista de las notas de la primera convocatoria (un cinco, un tres y pico, y cuatro doses y pico), han hablado entre ellos y han decidido que como "es muy compleja la preparación total de los contenidos" me piden por favor que no les haga examen sino que les haga "evaluación continua".

Estamos hablando de alumnos universitarios que te dicen a la cara que no ven asumible el preparar un examen final de una asignatura de 60 horas (aparte de que lo que me piden es ilegal y no lo puedo hacer).


Esta tarde a las 3 estoy haciendo ejercicios con un grupo de 1º de Ingeniería por Bolonia, y por primera vez en mi vida he tenido que parar la clase, sentarme y decirles que siguieran haciendo ejercicios ellos solos, que no son menores de edad y por tanto yo no tengo que aguantarles. Unos, que se marchan de clase y vuelven cuando les da la gana. Otro, que me doy la vuelta y está dándole una colleja al de dos asientos a la izquierda. Estoy en la pizarra y de vez en cuando oigo uno que grita (sin duda relacionado con lo anterior). Me llegan conversaciones, una que si la evolución de los peces en una cueva, otra, que si a mí me dio Religión no sé quién, otra, que si no sé quién tiene 16 años y va vestida como una puta.

A mí no me molesta que hablen en clase, porque no me desconcentra, pero sí me molesta que en la segunda fila, que están a tres metros de mí, no oigan lo que digo.

Les he intentado explicar lo absurdo que es, en una persona adulta, estar con esa actitud en una clase que es voluntaria. Les digo que estarían mucho más cómodos discutiendo la evolución de los peces en la cafetería, donde debe de hacer menos calor que en clase. Y contesta uno: "¿Podrías abrir la ventana?".


Y esta tarde a las 4:45, justo a continuación, llego a otro grupo de ingenieros bolonios y me encuentro el aula vacía y un escrito en la pizarra que dice: "Lo sentimos mucho, pero es muy tarde y queremos irnos a casa".

Será para acostarse a las 8, digo yo; si no, no me lo explico...


Si sumamos a esto que el año pasado ya tuve una alumna de Biología que entró en mi despacho a la revisión de un examen con su madre, estoy viendo que la única opción que me va a quedar es amenazarles con llamar a sus padres.


Esto es lo que hay.

lunes, 14 de febrero de 2011

Hoy me apetece

ceder el protagonismo a Bliss y hacerle un pequeño homenaje, por aquello del 14 de febrero.

Como medio contamos una vez, Bliss dejó un puesto fijo en la rama española de una multinacional para lanzarse sin red a vivir de la fotografía. Fue ayudante de la famosa fotógrafa prima de Esperanza Aguirre, trabajó de documentalista pasando malos tragos como seleccionar material gráfico del 11-M para varios periódicos nacionales, abrió su propio estudio y finalmente se vino a vivir a Gijón, donde ahora está intentando lanzar su negocio exclusivamente a través de Internet.

Lo que no está siendo fácil: dada la profundidad de la crisis económica, a ver quién tiene dinero para fotos... Bliss está aprovechando esa "contracción de la demanda" para marcharse a hacer cursos con fotógrafos de primera línea internacional; hace poco estuvo con Jerry Ghionis y en abril se me va a New Jersey para pasar varios días con Cliff Mautner, un curso que tiene ocho meses de lista de espera.

Lo que más me gusta de ella es su estilo desenfadado pero elegante, su entusiasmo por las nuevas posibilidades que ofrece el posprocesado digital, y su facilidad para comunicar, poniendo siempre la técnica al servicio de la calidez y la transmisión de los sentimientos. Sin duda, parte de su solidez en el retrato tiene que agradecérsela a su etapa seleccionando fotos ajenas como documentalista.

Como su tema favorito son los niños, aquí van unas pocas. Se pueden agrandar pinchando en ellas. La primera imagen es un recordatorio de comunión (!).






Podéis ver sus fotos en su blog profesional, otro día elijo fotos de su blog personal.

viernes, 11 de febrero de 2011

Una de las tentaciones

de toda estructura burocrática es buscar una excusa que justifique enviar miles de comunicaciones inútiles con la mayor frecuencia posible.

Sent: Friday, February 11, 2011 9:08 AM
Subject: Información de los Boletines Oficiales del Estado y del Principado de Asturias


En el BOE y BOPA del día de hoy, 11 de febrero, no hay contenido significativo para la comunidad Universitaria.

Atentamente,

Servicio Jurídico


martes, 8 de febrero de 2011

Enlace

Un enlace interesante.

Añado algo para poder acogerme a lo de la libertad de expresión, en otro caso parece que esta entrada en breve podría ser ilegal, Sinde mediante.

Los nacidos después del 89 no se imaginan lo que los niños de los 80 considerábamos "la normalidad". Recuerdo pasear con mis padres por el muelle y encontrarnos un grupo discutiendo si había misiles rusos apuntando al puerto de Gijón. En el Telediario los niños veíamos noticias sobre el alcance de los nuevos misiles tierra-aire o los planes estadounidenses de instalar un escudo en órbita.

martes, 1 de febrero de 2011

Lucha por la vida contra una indómita silla

Pues nada, ya estamos de clases otra vez. Por no pagar un profesor, se han juntado los dos grupos de Estadística de Ingeniería Industrial y tengo un aula de tamaño normal para 181 matriculados.

Ayer, en la presentación de la asignatura, tuve exactamente tantos asistentes como asientos. Hoy ha quedado un alumno de pie*, aunque sospecho que otros se fueron o no entraron al ver el aula llena.

Claro, yo le ofrezco mi silla al alumno: no se va a quedar él de pie y la silla sosteniéndome el abrigo. El problema era llevársela hasta la última fila, pues el pasillo central estaba bloqueado por un proyector de transparencias y, por el otro lado, el armario del ordenador estaba abierto y el pasillo lateral era demasiado estrecho para maniobrar con la silla.

Con audacia de cazador, cojo la silla en volandas y la paso sobre la mesa y el armario. Como la silla, yo y las cabezas de los alumnos no cabemos en el mismo espacio, resuelvo subírmela al hombro para llevarla al fondo de la clase. Pero, inesperadamente, mientras estoy indefenso bajando los escalones de la tarima, la silla ataca a traición. De repente tira de mí hacia atrás, siento su garra como la de un caimán inmovilizarme y desequilibrarme por la espalda.

Y yo, con un pie en cada peldaño, y no me apetece ni que me venza el peso y se me caiga la silla encima del ordenador, ni mucho menos hacer demasiada fuerza y que se vaya a la cabeza de unas chicas que hay en la primera fila. Así que voy tirando despacio, intentando ponerla vertical, operación que, hum, se prolonga en el tiempo, y se prolonga... y de verdad que no quiero tirar fuerte, y yo con un pie en un peldaño y otro en otro, y noto el aliento de la silla en la nuca y el sudor me baja por la frente mientras toda la vida del cazador pasa ante sus ojos en un segundo...

En el otro extremo de la clase ya se han puesto de pie para no perderse el espectáculo. Por el pasillo baja el alumno sin silla, en lo que a mí me parece cámara lenta. Se llega a ayudarme, se lleva la silla al fondo mientras yo pienso en su mirada de "Si es que los funcionarios no valéis pa ná, pa ná valéis".

Vuelvo a subirme a la tarima. Nos partimos todos de risa. Y les digo:

-Bueno, menos mal que nadie ha tenido los reflejos de grabarlo con el móvil y subirlo a Youtube.

(El cazador vive para luchar otro día. Habrá días para la revancha... en el hábitat de la silla salvaje.)



*Un erasmus alemán llegó aún más tarde y se tuvo que sentar en el suelo. Un nuevo caso de "Spanien ist so"...