miércoles, 22 de diciembre de 2010

¡Adiós, Pinín! ¡Adiós, Cordera! ¡Adiós, creadores!

Los lleva un tren que no se sabe a dónde va. Esperamos que ni al frente ni al matadero como los del cuento de Clarín, aunque no podemos asegurarlo.

Por un lado, Alejandro Sanz (para los que sean gente seria, Alejandro Sanz es un cantante) se desmelena en El País. Está claro que el nivel cultural del Sr.Sanz no ha crecido proporcionalmente al económico desde estos tiempos. Este hombre vive en su mansión y desde luego no piensa volver al mundo real.

Por otro, algunas de las noticias que han hecho referencia a la no aprobación (aún) de la "ley Sinde" hacían referencia a un manifiesto "por el copyright" al que se habrían adherido 150 escritores. Es alucinante que autores que gozan de una de las legislaciones de propiedad intelectual más garantistas del mundo firmen a favor de abandonarla por un sistema de copyright a la americana (sistema cuyo "garantismo" conocemos bien y sufrimos todos los científicos del mundo). Otros que perdieron de vista la puerta al mundo real.

Por último, hay algún despistado como el pobre Marcelino Iglesias, secretario de organización del PSOE, para el que la no aprobación de la "ley Sinde" implica la destrucción de "la mitad de la cultura", así, con comillas. No sabemos si se refiere a las páginas impares o a las pares. En cuanto sepa cuál es la mitad de las entradas de este blog que van a desaparecer, ya les aviso por si les quieren echar un ojo antes de su pérdida definitiva.

¿Es que no hay nadie en ese "bando" capaz de hacer análisis con un mínimo de sentido de la supervivencia? ¿Desde cuando se puede ganar una guerra abierta contra los ciudadanos que te dan de comer? ¿Cuándo la inmensa mayoría de autores va a plantarse y decir: oigan, que a mí Alejandro Sanz y otros empresarios millonarios no me representan, que esos adalides de la cultura que luego escriben "por su puesto" en un periódico no me defienden a mí sino a sus intereses económicos y los de una industria parásita? Porque, si no, van ir todos al mismo sitio y en el mismo vagón, y a no mucho tardar.

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