miércoles, 13 de mayo de 2009

Y la de arena

Esto es uno de Lepe que manda un artículo a una revista. El artículo trata de lo siguiente, ya verán ustedes por otra parte que es una memez como la copa de un pino.

Consiste en coger casi todas las medidas de posición definidas para conjuntos aleatorios a lo largo de 40 años, que habían sido creadas cada una de ellas en contextos distintos (teoría económica, análisis de imágenes, modelización de incendios forestales, análisis de formas, etc.) y cada una de su padre y de su madre, y unificarlas todas mostrando que son casos particulares de una definición general. Además, esta definición general está íntimamente relacionada con el concepto de profundidad estadística, del que no se sabía que guardara ninguna relación con los conjuntos aleatorios.

A algún despistado, esto le sonará bien. Le parecerá que es como lo que los matemáticos hemos venido a hacer al mundo: ver la estructura abstracta común en los casos concretos, encontrar relaciones entre cosas que parecían no tener que ver entre sí, tener ideas originales.

Hasta hoy, yo pensaba lo mismo, pero ya he salido de mi error gracias a un referee excepcional.

Este señor me explica que el artículo depende de otro artículo mío aún no publicado, y que por tanto él no puede saber si lo que yo digo es verdad o no (artículo que iba adjunto y él no se molestó en descargar e imprimir).

Luego me dice que el contenido del artículo le da igual, porque eso de los conjuntos aleatorios se la refanfinfla a la vasta mayoría de los estadísticos. Lo importante es que el artículo no tiene motivación y (esto en negrita) no pongo ningún ejemplo.

Los ejemplos que quiere son ejemplos de patio de colegio: que coja casos fáciles y vea qué sale cada una de las medidas en cada caso. El que el tema del artículo no sea calcular esas medidas sino otro, le da igual; eso es lo que él querría que hicera el artículo (no sé si le habrán dicho que existen los libros de texto).

En cuanto a la motivación, pues eso, intentar entender a un nivel más profundo las cosas viendo que en realidad las distintas medidas (parecidas como un huevo a una castaña) admiten una definición común, no es una motivación. Relacionar un área de la Estadística con otra, no es una motivación. Escribir un artículo de investigación con ejemplos de libro de texto, eso sí es una motivación.

Finalmente, y aquí llegamos al culmen del surrealismo, se pone a darme lecciones de ética profesional diciendo no sólo que divido la investigación en mini-porciones, sino que alcanzo el límite de esa práctica (práctica condenable, esto lo digo yo).

Se preguntarán en qué fundamenta esa opinión sobre mi ética profesional. Muy sencillo: en que ve en la bibliografía que tengo un trabajo publicado y tres (incluyendo este) sin publicar, que a él le parece, leyendo el título, que están muy relacionados con este y se imagina que he cogido el material de un artículo y lo he partido en 4 trozos.

Como se ve, una evidencia sustancial en la que basar acusaciones a los demás.

Lo gracioso del caso es que el trabajo que no se molestó en descargar y luego me echa en cara no tener información para saber si las demostraciones son correctas, que sería uno de los trozos, tiene 46 páginas. El artículo citado en la bibliografía, que también se imagina que está muy relacionado cuando trata de temas totalmente distintos, tiene 44 páginas. El artículo ya publicado es de 20 páginas (como siempre, son menos en el formato de la revista), y el enviado ahora de 15.

(Y tengo cuerda para, por lo menos, tres o cuatro artículos más.)

Por tanto, sí, soy un listo que tenía un artículo de 125 páginas y lo ha hecho trozos para intentar colarlo en cuatro revistas, menudo morro. Cómo me has cazado, amigo. Plas, plas.

Eso es lo que nos hace falta: más referees como tú.

3 comentarios:

Ángel M. Felicísimo dijo...

Entre los revisores siempre hay uno que es como el tocahuevos de la comunidad de vecinos. Ese que nunca está de acuerdo con nada, sea lo que sea, eso no es importante. Nuestro último trabajo lo enviaron a siete (7) revisores. Por suerte uno no contestó pero nos echamos tres días completos, cerrados (en medio de la semana santa), contestando pacientemente a cosas razonables y menos razonables. El más pintoresco comenzaba su alegato así:
"Debo ser idiota pero, para alguien como yo, que se ha tirado cientos de horas de observación de pájaros, es incomprensible que..."
Curiosamente el resto sí comprendía la cosa en cuestión...
En fin, acumula paciencia y envía la carta pertinente al editor poniendo las cosas en su sitio, con elegancia pero con firmeza.

Sr. R dijo...

El Dr. CK tenia un sistema para hacer que un articulo saliera aceptado:

1- Mandarlo a una revista en la que conociera a algun editor
2- Meter un buen punnado de articulos de algun amigo suyo en las referencias para asegurarse que lo elegian como referee
3- Si se topaba con algun idiota, como te pasa a ti, lloraba amargamente al editor y le cantaba las bondades del articulo basado en la opinion del referee que le ponia bien.

Asi va la ciencia...

JuanPablo dijo...

Sugerencia: no estaría nada mal que pegues las 105 páginas (cada uno como capítulo, y sólo cambiando las citas entre sí por "ver capitulo tal") y se lo mandes de vuelta a la misma revista.

Si me agregás como autor no me quejo. Entiendo que mi contribución es muy pobre, pero nunca viene mal un paper extra. A cambio, puedo encargarme de insultar al editor/referee.