domingo, 13 de mayo de 2007

Historia para no dormir

(Disculpas anticipadas a Borjano por los trozos en inglés)

Como adelantaba en mi último post, me han aceptado un artículo. Por exigencias del guión, que luego comprenderán, tengo que hablar un poco de los informes que apoyan esa aceptación. Uno lo valora con un lacónico "The results are interesting and important", añadiendo:

The following is further information about this paper:
Soundness and validity of contents: Good.
Originality: Good.
Clarity of presentation: Good.
Adequacy of references to literature: Good.


El otro ha rellenado la plantilla que la revista propone a los evaluadores:

Please rate the following criteria using only one of the five following words: BAD, WEAK, FAIR, GOOD, EXCELLENT

a) Relevance to Fuzzy Sets and Systems: _EXCELLENT____
b) Originality: ___EXCELLENT__
c) Significance; usefulness: ____EXCELLENT_
d) Technical soundness: __EXCELLENT___
e) Reference to the related literature: ___EXCELLENT__
f) Presentation: ___EXCELLENT__


(Sí, a lo que parece, estos informes existen; otra leyenda urbana que acaba convertida en realidad)

Y también despacha lacónicamente el contenido:

This is a very well written paper,which contains important results (...) This paper contains,possibly,the most important results on limit theorems for fuzzy random variables, in recent years.

Huelga decir que en líneas generales estoy de acuerdo con esta valoración ;)
Que no, que es broma.

Y, ¿por qué decía yo que este es mi artículo maldito? Parte de mi investigación ha sido en la frontera entre la estadística y la probabilidad, por un lado, y los conjuntos difusos, por el otro. Cuando acabé estos resultados, decidí que, en vista de la relevancia que me parecía que tenían para la combinación de esas dos teorías de la incertidumbre, mi obligación moral era publicarlos fuera de las revistas de la cosa difusa, fundamentalmente porque los estadísticos no leen esas revistas.

Eso fue a principios de 2002. He aquí el relato de lo que siguió, hasta que me rendí y el 26 de diciembre de 2006 lo envié a Fuzzy Sets and Systems:

Revista 1 (Probabilidad): Lo envié a esta revista porque mejoraba sustancialmente un artículo publicado en ella en 1999 (ahora convertido en un corolario cuya demostración ocupa dos líneas y media). Para un evaluador, no era una "contribución significativa". Para el otro, podría ser de interés para un número reducido de lectores. El editor me escribió una carta de rechazo muy amable en la que comentaba que, en sus comentarios privados, los dos evaluadores habían señalado que el artículo estaba "particularmente bien escrito", y que no dudaba de que no tendría problemas para publicarlo en una revista menos limitada por su reducido volumen de publicación. He ahí el enunciado de la maldición: qué poco sabía yo lo que tenía por delante.

Revista 2 (Probabilidad): El editor me devolvió el artículo con el comentario de que sólo podía pensar en un editor asociado apropiado, y que éste se había negado a hacerse cargo del trabajo por "contener matemática difusa".

Revista 3 (Estadística): De nuevo me devolvieron el artículo, esta vez diciendo de que era demasiado teórico y que lo enviara a una revista de probabilidad. Comentar irónicamente que la Revista 2 incluye la palabra "Teórico" en su título.

Revista 4 (Estadística y Probabilidad): Para un evaluador, el artículo era "a very good paper" y "·very carefully written, with a lot of respect for the reader". Para el otro, era un trabajo "hiperteórico" (ver comentario irónico a la Revista 3); y quizás en el pasado se había pensado que la investigación matemática sin aplicaciones inmediatas en mente daría sus frutos en el futuro, pero décadas después había quedado claro (por lo menos para él) que sólo era un proceso industrial de fabricación de resultados inútiles. También se quejaba de que el artículo no contenía ningún ejemplo. Por tanto era fundamental que motivase adecuadamente el artículo y presentase alguna aplicación "convincente".

Como estaba claro que para él era imposible encontrar una "aplicación convincente" de semejante resultado "hiperteórico", me tomé el desafío en serio y trabajé durante alrededor de un año para escribir una sección de motivación de 9-10 páginas, para lo que manejé unos 200-250 artículos. De ese esfuerzo, por cierto, surgió este trabajo del que ya hemos hablado.

Cuál no sería mi sorpresa cuando el antiguo editor (había habido cambio de jefatura mientras tanto) se negó a volver a enviar el trabajo a los evaluadores, bajo el argumento de que en los meses transcurridos "podrían" (insisto: "podrían") haber aparecido trabajos que afectaran a la valoración inicial que habían hecho los evaluadores. Sí, yo tampoco le encuentro ningún sentido. Lo que tenía que hacer, según él, era enviar el trabajo a los nuevos editores, quienes volverían a seleccionar un editor asociado que volvería a escoger evaluadores (los informes de los evaluadores originales los tiraríamos a la papelera él y yo; con la revisión realizada para satisfacer a uno de los evaluadores, no me quedó claro lo que tenía que hacer ya que quien la pidió ya no iba a leerla).

Para más inri, los nuevos editores opinaron que si el antiguo editor se había desentendido del artículo, eso no era su problema, y se desentendieron también. A su juicio, el hecho de que el artículo llevara, entre unas cosas y otras, unos dos años en proceso de evaluación para su revista, no era obstáculo para desentenderse de él sin aceptarlo ni rechazarlo. Si yo quería seguir el proceso, tenía que reducirlo a la mitad porque a su llegada habían decidido no aceptar a trámite artículos largos. Yo contesté que cuando había enviado el artículo esa limitación no existía y que de hecho el artículo era ahora 9 páginas más largo porque me lo había pedido la revista, comprometiéndose por escrito a considerar mi revisión. Dio igual, así que le dije personalmente (y por tanto repito aquí) que era un escándalo y que retiraba el artículo.

Revista 5 (Matemáticas): Entonces envié el trabajo a una conocida revista que publica en todas las áreas de matemáticas y tiene un editor de Probabilidad. Me contestó que el tema del artículo no era apropiado para la revista.

Revista 6 (Probabilidad): Llegado este punto, lo que yo había considerado una línea de investigación prometedora, de la que sigo teniendo muchos resultados esperando en el cajón, se había convertido en una pesadilla y fuente de constantes disgustos. Así que decidí desligarme emocionalmente del tema y elegir adónde enviarlo usando simplemente la lista del índice de impacto. La primera revista que, plausiblemente, podría publicar el trabajo y a la que no lo había enviado todavía, fue la Revista 6.

El protocolo de la Revista 6 incluye utilizar tres evaluadores y hacer todos los esfuerzos para contestar a todos los artículos en seis meses. Cuando se cumplieron seis meses me interesé por el tema y el editor me dijo que estaba en ello. Luego resultó que la realidad era que tras seis meses no es que no tuviera informes, sino que no tenía ni evaluadores. Al cabo de otro mes me escribió rechazando el artículo porque había topado con uno de los evaluadores del artículo para la Revista 1, y que si la Revista 1 no lo había aceptado, ellos tampoco (la Revista 1 tiene un nivel notablemente superior a la 6, pero allá cada cual con sus ínfulas). Ver para creer, concretamente para creer los protocolos de evaluación que las revistas ponen en sus webs.

También comentaba este hombre que debería haber rechazado el artículo nada más verlo, pero que como estaba mal escrito no había entendido de qué trataba y le había dado el beneficio de la duda.

Revista 7: Y así ocurrió que de repente el índice de impacto de FSS subió un montón y, después de pensar si saltármela y seguir con la sesión de masoquismo, me decidí por enviarlo por fin a la revista donde ya en 2002 me lo habrían quitado de las manos.


Moraleja: Y yo qué sé. A veces eres el perro y a veces el árbol, pero a veces te toca árbol durante muchos años y te cabreas bastante.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes que ser un gato subido en el árbol, protegiendote del perro.
En lugar de Pedro deberías llamarte Constancio.
Por cierto ya tengo un programa que te traduce al español sólo con acercar el ratón, pero muchas gracias por tus disculpas.

Ángel M. Felicísimo dijo...

Sabía yo que merecía la pena el relato. Y yo que me deprimo cuando me dan calabazas sólo un par de veces...

Unknown dijo...

Tienes que emparentar con el Alcoyano, Angel, como ha hecho Pedro ;-)

Anónimo dijo...

Explica eso del alcoyano

Unknown dijo...

Mi abuela decía que era uno que tenía mucha moral, pero San Google lo explica mejor:

Alcoyano


;-)