jueves, 29 de marzo de 2012

Las vacas y la ley de Moore

Es curiosa la tendencia del ser humano a instalarse en el máximo consumo de recursos que la situación le permita.

En el último año de carrera hice un cursillo

(Abrimos aquí un paréntesis para homenajear una histórica conversación entre una alumna y el profesor promotor del cursillo:
-¿Y hacer este cursillo luego me servirá para poner en el currículum?
-Sí, te servirá aproximadamente como haber hecho un cursillo de corte y confección.
Ahora es decano, qué podemos decir, la vida es injusta.)

sobre C++ Builder, una cosa de aquello de la programación orientada a objetos. Pues bien, si uno hace un programa con el Builder para que le escriba en la pantalla "Hola, mundo", luego lo compila y genera un ejecutable, este ocupa(ba) casi casi 1 Mb.

Veinte años antes, el ZX-81, que es el primer ordenador en cuyo manual vi lo de "Hola, mundo", tenía 2 Kb de memoria de los cuales hasta 800 bytes (25 filas de 32 caracteres) se iban en guardar el contenido de la pantalla.

Huelga decir que no hacía falta cargar varias librerías para poder hacer el programa, simplemente escribir
1 PRINT "Hola, mundo"

Que no estoy diciendo que sean mejores los lenguajes interpretados que los compilados, ni que las librerías sean una mala idea, simplemente que en el ZX-81 ocupaba 21 bytes y en C++ Builder, 1 mega.

Aquí fue la primera vez que me di cuenta de que esto no podía seguir indefinidamente.


Otro ejemplo, ahora ya echándome la culpa a mí mismo, es mi relación con el Firefox. El número de pestañas abiertas tiende a infinito, de hecho lo único que le impide llegar a infinito es el límite de los recursos del ordenador.

Ahora mismo, en el portátil que uso el límite está alrededor de 400 pestañas, y de PDFs no estoy seguro, no hace mucho no te abría más de 24 a la vez pero sospecho que ya permite más.

¿De qué me sirve eso? ¡De nada! Si cada vez necesito dejar abiertas más cosas es porque nunca vuelvo atrás a leerlas. Sí que vuelvo, el problema es que al aumentar las ventanas y pestañas, primero a ver quién encuentra dónde está un contenido, y luego a ver quién se acuerda de que tiene una pestaña abierta con ese contenido.

Es un síndrome de Diógenes cibernético. Sigues acumulando más material en vez de leer el que tienes porque siempre te parece que quedan muchas cosas más interesantes que encontrar en Internet. Gestionar sensatamente lo que tienes llevaría tiempo y sería aburrido: ¿qué mejor que dedicar ese tiempo a la actividad, mucho más divertida, de encontrar más cosas aún mejores que las que tienes en espera?

¿No es eso la esencia del consumismo: encontrar el hecho de la adquisición mucho más atractivo que el disfrute del bien? ¿Para qué disfrutar del bien, si puedes estar adquiriendo otros?


Otro ejemplo: a fecha de hoy, una foto digital ocupa más espacio que el que tenía un disco duro hace veinte años.


En todo caso, no sé hasta qué punto puede sostenerse esta escalada de hiperabundancia de ciertos recursos. En el imaginario popular, la idea del progreso sin límites ha llegado hasta a la venta de leche. En un anuncio radiofónico de una marca de leche, dice un real o presunto ganadero: "Si la madre da mucha leche, imagínate la que dará la hija".

Y no: una vaca no es como un disco duro o una cámara digital. Aunque la publicidad ha roto ya la barrera de lo plausible, y cualquier combinación de palabras puede darse en un anuncio, me pregunto si de verdad nos están haciendo olvidar aspectos básicos del mundo real.


(Vaya, como que los apuntes no caen del cielo...)

lunes, 26 de marzo de 2012

Mundo este

Hace cuatro horas, Enrique Dans anunciaba en su blog que Promusicae, un algo formado por las mayores discográficas españolas, le reclama en los tribunales 20000 euros por haber dicho que el sistema actual de gestión de las emisiones radiofónicas de música excluye a las discográficas pequeñas.

Las posibilidades de que la demanda prospere son tan nulas que el propio Dans ha dicho en los comentarios de su blog que se negará a pagar si resulta condenado.

Ahora, o sea, cuatro horas después, OCHO de los diez primeros resultados de Google para "Promusicae" son páginas que cuentan la historia. Las otras dos son la propia web de Promusicae y la entrada de Wikipedia sobre la asociación.


Y yo digo: ¿Tan difícil es gestionar la imagen pública de uno?

viernes, 23 de marzo de 2012

Apostilla a la entrada de ayer

(Lo he puesto en un comentario pero lo copio aquí también)


Ojo, que yo no les critico a ellos por creer que lo natural es que te pongan el material en la mano y el que no lo hace es mal profesor (también aclaro que no era una conversación sobre mí). Si ellos ven que la mayoría de los profesores les dan unos apuntes y unos pocos no, es lógico que piensen que los que han hecho esa tarea son mejores que los que no la han hecho.

El problema es una "educación superior" con alumnos que piensen que es de justicia que los apuntes les caigan del cielo sin hacer ningún esfuerzo. Y hablamos de la época de Internet, que en cinco minutos puedes conseguir los apuntes de la asignatura en cinco universidades distintas.

(Y hablamos de la época de Bolonia, que se supone que iba de formar alumnos con capacidad de aprendizaje autónomo durante toda la vida.)

Otra cosa que me llama la atención es que tienen un profundo "prejuicio tecnológico", o sea, que las cosas son mejores por involucrar tecnología moderna.

Me vienen a las prácticas y el 90% prefieren tener un PDF del guión en pantalla a tenerlo imprimido, aunque tengan que estar todo el rato pasando de una ventana a otra.

jueves, 22 de marzo de 2012

Sin novedad en el frente

Alumna de Ingeniería:

-... y encima hay asignaturas en las que ni siquiera te dan apuntes, los tienes que coger tú.

Ya es el segundo año que noto el fenómeno de los alumnos que consideran inferior a su dignidad el tomar apuntes.

¿Universidad = CCC?

martes, 20 de marzo de 2012

Deseos insatisfechos

Hace un par de días que vi que la dirección de mi blog "ha cambiado". Cuando voy a pedroteran.blogspot.com, en realidad la página que aparece es pedroteran.blogspot.com.es.

Probablemente esto no ocurre a quienes me lean fuera de España.

La consecuencia es que, si entender el estatus legal de mi blog me resultaba difícil, ahora me parece casi imposible.

Por ejemplo, ¿de qué depende de que lo que escribo sea legal o no, al margen de lo triste que resulta que un ciudadano normal que no es un delincuente tenga que hacerse estas preguntas? Por centrarnos en un caso concreto, la ley española solo permite realizar citas de textos ajenos con un fin docente o de investigación (artículo 32 de la Ley de Propiedad Intelectual). Es archicomún en un blog citar algo dicho en otra parte de Internet, yo mismo lo hice en la entrada anterior. ¿Quiere esto decir que la entrada anterior, con una cita de un artículo de un periódico, es ilegal?

Bueno, pues sí, no, o depende, porque otra pregunta es: ¿qué jurisdicción se aplica a mi blog? ¿La española, por ser yo español? ¿La de Google, que debe de ser la de California o un sitio que ni siquiera sé cuál es, por ser quien provee el servicio? ¿La que corresponda a los servidores donde está alojado el contenido del blog, del que doy por hecho que Google tiene copias redundantes en distintos países?

¡Ay, carallo!

Y si la autora del artículo, o el periódico, iniciaran un procedimiento contra mí ante la famosa Sección Segunda que empezó a operar el 1 de marzo, con el propósito de eliminar esa cita, ¿cerrarían esa entrada o cerrarían todo el blog? (ya que el reglamento olvida especificar qué se considera "la página" donde se comete la infracción; sí, ya sé que nosotros sabemos la diferencia entre un dominio y una página, pero, ¿la saben ellos, y, si la saben, la van a tener en cuenta?).

Eso ya es imposible saberlo.

Y, por lo mismo, ¿estoy abierto a que se inicien contra mí procedimientos en todos los países del mundo, de acuerdo a la jurisdicción sobre páginas de Internet extranjeras que cada país se otorgue a sí mismo?

(Esto aún hemos de verlo en la "lucha contra la piratería", pero ya caerá el que Sony demande a Fulanito de Tal en los tribunales de Tanzania por tener una página de enlaces alojada en las Bahamas.)

Como tengo todas estas preguntas, me pregunto qué relación hay entre todo esto y que a mi blog se le haya añadido, sin pedirme opinión a mí, un punto es.

Parece claro que, automáticamente, los tribunales (o las comisiones administrativas) españoles podrían cerrar mi blog. También parece claro que solo en España se muestra mi blog como "punto es", o eso espero.

Los tribunales (o comisiones administrativas) españoles ya podían ordenar bloquear la dirección de mi blog a todos los proveedores nacionales de Internet, aunque este en sí mismo estuviera fuera de su jurisdicción. Podían bloquear la página pero no cerrarla.

Ahora lo que Google les da es una página que efectivamente pueden cerrar, aunque presuntamente Google no muestra esa página a nadie fuera de España (espero), por lo que su cierre sería irrelevante fuera de España.

Me gustaría comprender en qué consiste el gambito de Google. También existen ahora (no sé si lo hacían antes, pero supongo que no) copias de mi blog en los dominios pedroteran.blogspot.fr y pedroteran.blogspot.de, por ejemplo.

No termino de ver el quid de la cuestión. Evidentemente es un fenómeno de redundancia como el que decíamos la otra vez, lo que no veo es cuál es la estrategia de Google ni frente a qué es una estrategia.

(Y es que de preguntas como "Quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos", hemos quedado devaluados a "Qué está haciendo Google exactamente con nosotros"...)

domingo, 18 de marzo de 2012

El presente ya ha alcanzado a la ciencia-ficción

He visto la siguiente cita en este interesante enlace.

¿Por qué no abandonarles a los negociantes la palabra "novela", tan trajinada, y utilizar, por ejemplo, para las narraciones que requieren pasión y sufrimiento, aquella denominación propuesta por Unamuno para sus propias obras de ficción: "nivola"?

Yo me apunto, a partir de mañana diré: "No, no, si Ulises nunca ha sido una novela, ¿de dónde puedes haber sacado esa idea?".

De hecho, como no creo que arraigue eso de usar un nombre con las mismas consonantes, sea "nivola" o "navula", voy a ir registrando la marca "literatura novelativa". De esta me hago rico.