miércoles, 28 de diciembre de 2011

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Un enlace francamente interesante que he encontrado buscando otra cosa. Es un artículo aparecido en The Atlantic Monthly en junio de 2000 sobre la posible influencia en el Unabomber de su estancia como estudante en Harvard.

Para los jóvenes de la casa, el Unabomber fue un terrorista que eludió durante varios lustros al FBI mientras enviaba paquetes bomba a, típicamente, profesores universitarios. Cuando yo estaba en el último año de carrera, fue noticia mundial al conseguir que el New York Times y el Washington Post publicasen un tocho de manifiesto con sus ideas, a cambio de jubilarse. Resultó que su hermano, al ver el manifiesto, le reconoció y le denunció al FBI, y así le pillaron.

He ahí por qué el manual del terrorista recomienda en la página 3 ser hijo único.

El Unabomber se llama(ba) Theodore Kaczynski, era matemático y no solo tenía un cociente intelectual de 167 y había entrado en Harvard a los 16 años, sino que fue profesor universitario en Berkeley antes de abandonar la civilización y ponerse a hacer bombas.

En Harvard, Kaczynski fue sujeto de experimentos psicológicos de los que se hacían en aquella época (como aquellos famosos de hacer creer al sujeto que está administrando una corriente eléctrica peligrosa a otra persona, o de dividir el grupo aleatoriamente en guardias y prisioneros, y ver lo que pasa). En este caso se pedía a los sujetos que proporcionaran una completísima información sobre sí mismos y que escribieran su filosofía de vida y sus ilusiones para el futuro. Después se les citaba para, supuestamente, debatir esas ideas con otro estudiante. Al llegar, esencialmente les ataban a una silla y les ponían bajo la lámpara mientras un profesional de la abogacía usaba la información que habían dado para echar abajo sus creencias. Ahora digo yo: hay que ser hijoputa para pensar estos experimentos. Resulta que el responsable del estudio había diseñado técnicas de interrogatorio para los servicios secretos americanos.

La tesis del artículo es que Kaczynski llegó normal a Harvard, aunque habiendo sufrido problemas familiares. Allí, nos cuentan, los alumnos seguían un programa mixto letras-ciencias en que los profesores eran relativistas para quienes la ciencia amenaza a la humanidad los unos, y cientificistas de los del progreso infinito imposible de detener los otros. Este ambiente intelectual, unido a la menor madurez de Kaczynski por su edad, y los presuntos efectos psicológicos del cruel experimento, habrían alimentado las ideas del manifiesto (hay que destruir la sociedad industrial, etc.)

Lo cierto es que parte del material es periodísticamente muy bueno, como la carta de recomendación para Harvard escrita por su tutora del instituto, para quien "De todos los jóvenes con los que he trabajado, creo que Ted es uno de los que tienen mayores contribuciones que hacer a la sociedad. Es reflexivo, sensible, y profundamente consciente de sus responsabilidades para con la sociedad". Ahí es nada.

2 comentarios:

Cukiter dijo...

Es increíble los experimentos sociológicos que se llegaron a hacer y los efectos que estos tuvieron. Hace no mucho tiempo vi por casualidad una película titulada La Ola, una película alemana del 2008 basada en el experimento desarrollado en California en 1967 (que posteriormente fue denominado La Tercer Ola) cuyo propósito era demostrar como una sociedad libre puede llegar al autoritarismo. A raíz de dicho film, busque algo de información acerca de este tipo de experimentos y me encontré con los dos que tu has mencionado, lo que me ha hecho darme cuenta de lo frágil que es el cerebro, aun el de una persona formada y sensata, que tocando las teclas correctas puedes hacer que desarrolle comportamientos que nunca se imaginaron.
Un saludo Pedro, de un antiguo alumno tuyo.

Pedro Terán dijo...

Muchas gracias por comentar :)

El cerebro es muy frágil, yo he tenido problemas de sueño y tus procesos mentales cambian por completo. Al cabo de unos meses empiezas a tomar decisiones insensatas y te dices, qué raro, yo antes nunca habría pensado hacer esto, pero examinas la situación y te parece una decisión inevitable y completamente lógica, y las demás alternativas te parecen objetivamente peores. El cliché que aparece en las películas de "era como si fuera otra persona" es literalmente cierto.