El fútbol es ese deporte en el que van de un lado a otro moviendo un balón con el pie, excepto uno, que se llama el portero, que lo puede tocar con la mano (no confundir con el balonmano, donde van de un lado a otro moviendo un balón con la mano, excepto uno, que se llama el portero, que lo puede tocar con el pie).
A veces se critica el mundo del fútbol por una especie de inferioridad cultural o barbarie inherente, como si el mundo de los cenáculos literarios, por ejemplo, se comportara de una forma mucho más admirable y civilizada. Pero a veces es imposible negar que en el fútbol y en el "periodismo" futbolístico hay un componente seriamente analfabeto.
Anoche, al oír un programa deportivo radiofónico, me vi asaltado múltiples veces por atentados al sentido común.
Primero fue que Sergio Ramos (un futbolista) se había quejado en Twitter de la gente que inventa historias sobre los demás sin entender el daño que hacen. Es fascinante que, hace tan solo diez días, Ramos explicó amablemente a los "periodistas" deportivos que el árbitro del Madrid-Barcelona (dos equipos de fútbol) había tenido la intención de perjudicar al Real Madrid porque había gente a la que no le convenía que el Madrid ganara la Liga (una competición de fútbol), ya que envidiaban que el Madrid fuera el mejor equipo del mundo (un planeta de la Vía Láctea). "Hay cosas que son premeditadas", dijo, sin duda sin darse cuenta del daño que hace la gente que inventa historias sobre los demás. Pero supongo que solo importa cuando se inventan historias sobre él, claro.
Luego fue el presidente del susodicho Barcelona quien, explicando que su equipo ha sido sancionado por la FIFA (Fundiciones Integrales de Fierro y Arrabio) por inscribir jugadores no comunitarios menores de edad, una práctica prohibida, concluye que es una "gran injusticia" orquestada por alguien que está detrás y que tienen documentos de quién es, pero que cuando los puedan enseñar sabrán quién es. Qué pena que no los llevara en el bolsillo en ese momento.
Pues bien, a la tesis de la gran injusticia y la mano negra se apuntan hasta los mismos "periodistas" que dan la información de quién es el jugador inscrito, un coreano de 16 años. O sea, Corea no está en la Unión Europea, ¿no? Y 16 años es menor de edad, ¿no? Para más inri, dicen que los padres están divorciados con lo que no pueden venirse a España con él, "por problemas de custodias". Vamos a ver, si el niño está en España y los padres en Corea, ¿qué clase de argumento es que no pueden venir porque están divorciados? Si no lo ven ninguno de los dos, ¿exactamente qué importa cuál de los dos se supone que lo está custodiando?
(La respuesta es obvia: la custodia la tiene la madre y no pudo hacerse la pantalla habitual contra la normativa, que es buscarle un trabajo al padre y decir que el niño reside en España porque vino con el padre y no al revés.)
Entonces, el Barcelona incumplió la normativa, además ellos mismos te dicen que pidieron a la FIFA que determinasen que la normativa tenía que aplicarse a todos los equipos del mundo menos al Barcelona, les dijeron que no (¡sorpresa total!), ficharon a un coreano de 16 años, les sancionan, y claro: es una campaña contra el Barcelona y una gran injusticia.
Pero todavía hubo una tercera andanada contra el sentido común. Resulta que el programa se hacía en Córdoba, por lo que pasaron a hablar de la situación del Córdoba (un equipo de fútbol). El presentador explica que no van a poder hablar con ningún jugador porque a los jugadores del Córdoba "los ha vetado el presidente" ("vetar" significa otra cosa, claro, pero hablamos de periodismo deportivo). La razón es "por su egocentrismo" (del presidente).
Ahí empieza a hablar gente y todos rajan del presidente, que no está para defenderse porque, ha explicado el presentador, no se le ha invitado. Al presidente, supuestamente, no le pareció bien la no invitación (a mí tampoco me apetecería que invitaran a varias personas a rajar de mí y no me dejaran defenderme), lo que es referido por el presentador con sarcasmo y una chulería de barrio bastante característica suya: "¡No sabía yo que tenía un guionista en Córdoba!".
Parece que un número de aficionados del Córdoba no están contentos con la gestión de la actual directiva; pero nadie expone ninguna queja, es un "no estar contentos" muy inespecífico. Un representante de las peñas dice: "Esto no es una empresa, son unos sentimientos". Del público surgen aplausos. Vaya, si no es una empresa, ¿por qué se llama Córdoba Club de Fútbol Sociedad Anónima Deportiva? ¿Dónde estaban él y los que le aplauden cuando se fundaron las S.A.D. y los aficionados pudieron comprar todas las acciones que quisieran para impedir que cayeran en manos de empresarios?
Al cabo del rato, el presentador los tiene tan cuadrados como para decir que no piensen los oyentes que ellos han "tomado una posición", simplemente están contando "hechos objetivos". Me quedo con las ganas de que enseñe los tests psicológicos a los que ha tenido acceso para contrastar el "hecho objetivo" del egocentrismo del presidente. También de que ¡alguien! explique
de qué se está quejando concretamente esa gente, excepto de que el presidente presuntamente "no siente los colores del club", es decir, no hace con su empresa lo que a ellos les da la gana.
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En fin, un día como cualquier otro en el mundo del fútbol, ajeno como siempre al más elemental sentido común.