Como se me ha alargado la respuesta a Arke, la pongo aquí.
Arke: Matrix sí tiene un "paisaje de fondo" filosófico, aunque no creo que contenga ninguna verdad profunda ni pretenda articular un discurso intelectual. Un precedente claro que no cuajó es Dark City, de Alex Proyas, que sí está construida más explícitamente sobre unas ideas del fracaso de la modernidad, la construcción social de la realidad, y bla bla bla, amén de las de Baudrillard que voy a comentar a continuación.
En el caso de Matrix, la pregunta de si lo que percibimos como real lo es "realmente" se remonta al origen de la filosofía. Cuando metes un lápiz en un vaso y parece que se ha roto, o cuando miras un espejo y te das cuenta de que en realidad no es una ventana a otra habitación donde hay una copia de ti, ya tienes la pregunta. No hace falta que venga Matrix a hacerla.
Descartes lo planteó en términos muy paralelos a Matrix cuando se dice a sí mismo que todo lo que cree conocer, incluso el propio hecho de tener un cuerpo y estar en el mundo, podría ser obra de un genio malévolo engañándole sistemáticamente; de ahí que solo pueda fiarse de que "pienso, luego existo".
Pero el filósofo estrella de Matrix es Jean Baudrillard, hasta el punto de que los personajes utilizan expresiones directamente sacadas de sus escritos, como cuando Morfeo le dice a Neo "Estás es el desierto de lo real", o "Bienvenido al desierto de lo real", o algo así.
Para Baudrillard, en la sociedad contemporánea, más allá de lo verdadero y lo falso hemos creado lo hiperreal, es decir, una falsa realidad que nos parece más real que la propia realidad. Lo falso se define por oposición a lo verdadero, pero lo hiperreal no es un mero dato falso sino un simulacro, una falsificación de la realidad que trata de (y consigue) suplantar a la "verdadera realidad".
Mi ejemplo de hiperrealidad, pedestre como yo mismo, es el Sr. Casamajor.
El Sr. Casamajor me imagino que es anterior a tu época, pero era una especie de tertuliano o compañero radiofónico de Javier Sardá, que le acompañó en distintos programas y emisoras a lo largo de muchos años, haciéndose especialmente popular en La ventana de la SER. En un giro típico de Sardá, Casamajor era el tertuliano que no era tertuliano, solo un señor mayor de clase media que hablaba de todo desde el sentido común y las enseñanzas extraídas de su experiencia vital.
Este hombre habló por la radio, como digo, un montón de años, cayendo muy simpático y gozando de una gran popularidad. Por ejemplo, muchísimo antes de su máximo de popularidad, El País dedicaba espacio a su fichaje por la SER (favor de pinchar en el enlace y leer la noticia).
En cambio, antes o después empezó a correr la leyenda urbana de que Casamajor no existía sino que era en realidad un personaje interpretado por el propio Sardá. Como todas las leyendas urbanas, esta seguía y seguía volviendo a pesar de ser muy poco creíble y contradecir el más puro sentido común. En primer lugar, en muchas ocasiones Sardá y Casamajor discutían y hasta hablaban los dos a la vez. Para que esto fuera verdad, haría falta que esas conversaciones no fueran espontáneas sino que estuvieran escritas en un guión; y que algunas réplicas, en ocasiones largas series de réplicas, estuvieran pregrabadas para conseguir que las voces se superpusieran. En segundo lugar, haría falta una conspiración de todos los invitados al programa y de la gente que acudía como público para mantener la mentira: si fuese así, al volver a su casa lo dirían y todo el mundo se habría enterado hace tiempo. En tercer lugar, Casamajor se había hecho un personaje público que ocasionalmente era entrevistado por los medios, o cuya carrera radiofónica, como en el enlace anterior, era noticia en los periódicos. Y, en cuarto lugar, si era un personaje suyo, ¿qué razón iba a tener Sardá para fingir que Casamajor era una persona real? La hipótesis de no-existencia de Casamajor era rechazada cuando alguien decía: "Mi primo conoce a uno que estuvo de público en La ventana y le dijo que Casamajor era Sardá".
Y esto es lo que quiere decir que lo hiperreal desplaza a la realidad porque parece más real. Porque el Sr. Casamajor era Sardá hablando con voz de viejo; pero poniendo en una mano un tío al que llevas oyendo seis años en la radio, y que sabes historias de su familia, y que has estado de acuerdo o en desacuerdo con él en infinidad de ocasiones, y en la otra una pseudoconspiración elaboradísima y "a todas luces" absurda, es la falsedad la que ha logrado falsificar todos los tintes de lo real, y la verdad la rechazada por irreal. "¿Me vas a decir a mí que un tío que llevo oyendo x años en la radio no existe?"
Milli Vanilli (también anteriores a tu época) eran reales pero falsos. La guerra de los mundos de Orson Welles era información falsa. El Sr. Casamajor es hiperreal, es un simulacro que suplantó a la realidad porque estaba diseñado para satisfacer mejor que la propia realidad los criterios con los que distinguimos lo real de lo irreal.
En fin, esa es la concepción de Baudrillard de la (hiper-)realidad construida por los medios de comunicación de masas (y por eso coincide que la entrada anterior se llama "El debate hiperreal"), y de ahí bebe directamente Matrix para su concepto central.
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