Siempre hay quien gane, pero la capacidad de exclusión que tienen las revistas de Probabilidad y Estadística es difícil de igualar. O a lo mejor no, todo es igual en todas partes y es sólo que me imagino que lo que yo conozco es distinto (y peor).
Resulta que, siguiendo mi fea costumbre, se me ocurrió hacer un artículo. Esto siempre es una mala idea y recomiendo a todo el mundo que se centre en actividades que puedan procurarles mayor satisfacción, como vaciar el mar con un cubo o hacerse el harakiri (un harakiri bien hecho es un orgullo para toda la familia).
Envié el artículo a una revista de probabilidad que publica muchos trabajos sobre esos mismos objetos de los que trata el mío. Uno de los editores de la revista es experto en el tema del artículo. Dos y dos, cuatro, dije yo.
Pues bien, el artículo llegó a ese editor y me lo devolvió sin mandarlo a referees. Me sugería que podía mandarlo al
Israel J. Math., que es un revista que tiene un nivel muchísimo más alto. Cualquier persona normal verá que hay algo ilógico en tener en las manos un trabajo de tu campo, que te parece que puede entrar en una revista mejor, en competencia además con los de otras ramas de las Matemáticas, y tomar la decisión de devolvérselo al autor con una nota de "Mire, no queremos su artículo, pero no porque sea bueno o malo: ni siquiera nos vamos a molestar en buscar a alguien que valore si es bueno o malo".
Pues nada, vamos a mandarlo a otro sitio. Y lo mando a una revista de matemáticas en general que no es el
Israel, por supuesto, y ayer me llega el resultado.
Se supone que los referees son anónimos, pero cuando una persona ya te ha hecho de referee muchas veces (y hay además comentarios que se repiten en la carta de rechazo y en este informe), como que sabes quién es. Y es la misma persona. Y empieza su informe así:
The paper contains a new and important result, even more importantly, the author works out a new line of proof for the xxxxx theorem in the theory of xxxxx.
Así, con dos cojones.
Por lo menos, en el mundo literario se entiende que si a un editor le encanta tu novela y no la quiere publicar, es porque cree que perdería dinero. En el mundo científico, no sé cuál es la excusa.
Hacía más de veinte años que no se había hecho ningún progreso en este problema. Y, como de costumbre, me he visto abocado a salir a las revistas generales de matemática ante la imposibilidad de publicarlo en una revista del área a la que pertenece el problema.
Qué clase de área es esa en la que un libro de 1975 y uno de 2005 tienen exactamente la misma versión del teorema fundamental de una teoría, y viene uno de Lepe con la primera mejora sustancial en 35 años y tiene que marcharse a otro sitio a contarlo porque nadie le quiere escuchar*. Es que yo me moriría de vergüenza.
*El artículo ya tiene una historia previa antes de lo que cuento en esta entrada, que ha sido la guinda del pastel.