martes, 31 de enero de 2006

Donde hay confianza, da asco

Soy cliente del Banco Confianza.

He recibido una carta fechada el 20 de enero, de un tal "director general", en la que me explican cómo va el tema de la confianza. Me mandan también una tarjeta con un cero ("0") muy grande para recordarme las comisiones que voy a pagar a partir de entonces.

Bien, en los primeros diez días de confianza he usado los servicios de mi banco dos veces.

La primera saqué dinero de un cajero del Santander, operación que según la carta que recibí está exenta de comisiones. El cajero me informó que esa operación estaba gravada con una comisión de 2,75€. Como yo confío plenamente en la palabra del director general del Banco Confianza, pulsé el botón de aceptar la comisión en el pleno convencimiento de que, cuando llegue el extracto, comprobaré que no se ha aplicado ninguna comisión.

La segunda hice una transferencia nacional, operación que según la carta también está exenta de comisiones. No me han cobrado comisión, pero me han hecho un cargo de 0,28€ en concepto de "Gastos de correo". Dada mi inquebrantable seguridad en la honestidad profesional del Banco Confianza, no me cabe duda de que, en algún momento que me despisté o después de que me fuera, el cajero ha preparado un documento con los datos de la transferencia, lo ha metido en un sobre, lo ha dirigido a la oficina a la que hice la transferencia, le ha puesto el preceptivo sello de 0,28€ y lo ha llevado a Correos.

Aquí apunto que yo he hecho recientemente transferencias ya no nacionales sino fuera de la Unión Europea, y nunca me aplicaron ningún "gasto de correo" antes de la era de la confianza.

Debe de ser que las internacionales las mandan por paloma mensajera.

jueves, 26 de enero de 2006

Ya lo dijo Shakespeare

Como sabrán quienes hayan tenido que utilizar este servicio, las oficinas de Correos sirven como registro de los organismos oficiales (con la salvedad de que uno debe presentar el documento en forma de carta certificada con aviso de recibo y pagar 2,89 € como me acaba de pasar a mí).

La penúltima vez me dijo el funcionario: "Usted quiere hacer el trámite de registro", como reconviniéndome por no saber su idioma.

Hoy llego a la ventanilla, en una oficina a menos de 1 km de aquélla, y digo:

-Quería enviar estas dos cosas haciendo el trámite de registro.

Y va y me contesta:

-Aquí lo que hacemos es el procedimiento administrativo.

Ya sabe: como reconviniéndome por no saber su idioma. En fin.

miércoles, 25 de enero de 2006

Tertulias nocturnas

Nada hay más aperplejante que oír las tertulias nocturnas en la radio. Yo que soy aficionado a zapear de un extremo al otro del dial, ya casi puedo hacer todo el recorrido (la COPE, Punto Radio, Intereconomía, la SER, Onda Cero y Radio Nacional, y viceversa) casi sin inmutarme.

A ratos es entretenido y a ratos deprimente. Si quiere, uno puede someterse al bombardeo propagandístico-tertuliano desde las diez, que empieza en Punto Radio, hasta la una, que acaba en Intereconomía.

A ratos es confuso (lo sería si fuera uno a creerse algo, claro). Ayer, Rajoy y Piqué se llevaban estupendamente en Onda Cero, mientras que el uno iba a pedir la dimisión del otro, según el decir mayoritario en Punto Radio. Por otro lado, Acebes se había vengado de Piqué en ésta, mientras que simplemente había sido culpa de la sorpresa y la improvisación, en aquélla. Esto en lo meramente intrascendente, y ni ahí se ponen de acuerdo. No se sabe si Piqué es un tío superbrillante al que sus jefes se lo ponen difícil y "hay que vivir en Cataluña para entender la situación", o bien es un inútil y tiene que volver Vidal-Quadras, con quien "el PP obtuvo los mejores resultados de su historia en Cataluña, y esto hay que recordarlo".

Eso sí: dentro de cada tertulia todos opinan lo mismo, a pesar de lo cual son capaces de discutir los mismos temas día tras día. No sé cuáles son los peores: si los que repiten lo mismo durante meses, o los que van cambiando de discurso según les escriben el guión. Anteayer, un periodista (o algo) de El País que sale en RNE dijo que él estaba preocupado por el texto original del proyecto de estatuto catalán, pero que ahora que se había arreglado todo ya estaba tranquilo. Es el mismo que, cuando el parlamento catalán lo aprobó, parecía indignadísimo por que alguien manifestara esa misma preocupación, puesto que, si ZP había prometido que sería constitucional, no había motivo para preocuparse. Eso es lo malo de la memoria: que uno se acuerda de las cosas.

Este verano hablaba con alguien y me decía que él compraba El País y El Mundo para estar informado (por aquello de que no se puede uno informar con sólo uno). Cuando encuentro gente que se sorprende de que no compro el periódico, y ni siquiera lo leo habitualmente, me suelen preguntar si no creo que es importante estar informado. Yo contesto: "Claro: por eso no leo el periódico. Una vez al mes, como máximo".

Por alguna razón, cuando digo este tipo de cosas, nadie me comprende. Creen que no estás de acuerdo con ellos y les parece raro; les dices que no, que estás totalmente de acuerdo con ellos, y les parece más raro todavía. La gente es así.

lunes, 23 de enero de 2006

La moda de Klimt

Por alguna razón, está de moda Klimt (más en concreto, "El beso" de Klimt). Primero pensé que la moda se circunscribía a Zaragoza, al haber visto reproducciones de Klimt en varias tiendas de cosas de colgar en la pared (sospecho que deben de hacerlas por algún procedimiento similar al de imprimir fotos en las tartas de cumpleaños).

Pero no, porque este fin de semana he visto "El beso" en unas bolsas de una tienda de ropa y en un anuncio de Coca-Cola Light.

He aquí un misterio antropológico.

viernes, 20 de enero de 2006

"En alas de la canción" de Disch

Al final me compré "En alas de la canción" de Thomas Disch (1979, la edición española es de 2003). Había decidido comprarla un día que quisiera comprar un libro o un disco y, después de un examen exhaustivo de todas las posibilidades, no hubiera nada interesante. La razón es que la portada está encabezada por "Incluido en El canon occidental de Harold Bloom".

Y no es que tenga nada contra Bloom y su canon, o que me sea indiferente el leer una novela de ciencia-ficción incluida en la lista de "el orgullo de nuestra civilización". Lo que me desagrada profundamente es el vender obras como si fueran productos, esa actitud editorial según la que "Incluido en El canon occidental de Harold Bloom" es más importante que el título de la obra y el nombre del autor. Demasiado importante mercadotécnicamente para relegarlo a la primera línea de la contraportada, vamos. (Tal como: "La única novela del Premio Nobel de Literatura 2005". Pobre Pinter... al verlo pensé: podían poner en la contraportada "la única foto del Premio Nobel metiéndose el dedo en la nariz")

Y recomiendo fervientemente "En alas de la canción". Qué buena que es.

lunes, 16 de enero de 2006

Surcando el cada vez más proceloso mar de spam

Estoy sufriendo una invasión de spam verdaderamente spamtosa, por caer en el tópico. Este fin de semana han llegado aproximadamente entre 40 y 50 mensajes de spam, lo cual parece excesivo teniendo el filtro anti-spam activado.

Se supone que yo debería enviar una copia de cada mensaje recibido para que afinen el filtro; pero me parece que, mientras no inventen una forma de enviarlos en carretillas, poca gente va a hacerles algún caso.

Lo más gracioso es cuando uno visita a un amigo y consulta el correo en su casa. Pregunta invariable: ¿A ti, por qué te envían publicidad de alargamiento de pene? Es difícil decir algo que no pueda ser contestado con un Pues es raro, ¿eh?, porque yo también recibo spam y a mí no me envían esos mensajes. ¿Qué tipo de páginas visitas?

Y póngase uno que, claro, es que tú no trabajas en una institución pública y no tienes tu dirección de correo electrónico publicada en su web; y tampoco escribes artículos cuyos datos (incluyendo la dirección de correo electrónico del autor) se indexan en bases de datos públicas. Esa es la desventaja de los que tenemos nuestra dirección expuesta a quien desee conocerla.

Y la mayoría de los que desean conocerla, es por lo mismo. Consecuencia de lo cual es la multiplicación (como si de panes o peces se tratara) de filántropos altruistas interesados en alargarle a uno el pene, venderle informática a precio de risa, phisharle, etc. etc.

De hecho, tengo una cuenta en hotmail que uso siempre que necesito dar una dirección en internet. Allí recibo muchísimo menos spam, qué cosas. A lo mejor habría que hacer las cosas al revés.

Anunciando, que es gerundio

Pues nada, ¡otro anuncio!

El viernes 27 de enero estaré en Oviedo, recibiendo el Premio Extraordinario de Doctorado.

Es cosa rara que deposité mi tesis el 27 de julio de 2002, y justo tres años y medio después me van a dar el premio.

viernes, 13 de enero de 2006

Logros en la vida

Yo no he tenido un hijo, ni he plantado un árbol, ni he escrito un libro (salvo que la tesis cuente como libro, que a lo mejor) pero me han amenazado de muerte por una reseña musical. Lo cual, en el mundo moderno, ya es algo.

lunes, 9 de enero de 2006

A veces lo bueno del viaje está en el camino

Como suele decirse: Hay otros mundos, pero están en éste.

Ayer venía yo en el alsa (fin de vacaciones, qué caos en la estación de Gijón) y delante de mí había un adolescente de unos 17 ó 18 años que iba con su tío o algo de unos 45. Sepan que yo no escucho las conversaciones de los demás, en cualquier caso me llamó la atención un fragmento incomprensible:

-...íbamos ganando 230 y a partir de ahí perdimos 400.
-O sea...
-Pues eso, al final perdimos 170.

Claro, ¿quién se resiste a los misterios? Si es que no es culpa de nadie.

-Pero aún quedan tres. Todavía podemos ganar.

Resultó, abreviando, que el listo y un amigo suyo igual de listo juegan al póker. De algún modo, sin duda haciendo uso de su inteligencia, se habían metido en una confrontación a varias partidas y por el momento les iba bien.

-Entonces, ¿en total?
-...
-Mil trescientos, ¿mil cuatrocientos?
-Mil seiscientos. (Pausa) Tranquilo, todavía podemos ganar. Quedan aún tres partidas.

Eso es lo que distingue al ganador: que en todo momento tiene una visión clara de lo que está ocurriendo.

A la entrada de Oviedo, le reveló a su pariente:

-Ayer gané 400 euros en una sola mano.

Sospecho que esa frase contiene alguna verdad profunda sobre el sentido de la vida pero, aparentemente, yo soy ya demasiado viejo para aprovecharla. Ni me habría molestado en recordarle lo evidente, como hizo el otro: "Luego los perdiste". Pero el ganador ni siquiera se lo tomó como una insinuación: su destino, por definición, es ganar, igual que el del autobús era Zaragoza.

Se limitó a narrar al otro su efímero momento de gloria; el otro, súbitamente arrebatado de su escepticismo, exclamó:

-¡Menuda cara debió de poner el otro tío cuando le enseñaste la escalera!